El tiro por la culata

Una pequeña manifestación opositora en La Habana ha sido inmediatamente asumida por la inteligencia gringa como un estallido social de grandes proporciones al que había que alentar y apoyar. El Departamento de Estado y el Pentágono norteamericanos han resultado pésimos alumnos en materia de historia, al menos con referencia a sus acciones contra Cuba. Dícese que quien no la estudia, corre el riesgo de tropezar dos veces en la misma piedra; y eso exactamente ha ocurrido en los últimos días con un nuevo fiasco para el gobierno norteamericano.

De hecho, todas las manifestaciones antigubernamentales que se dan en Cuba están íntimamente relacionadas a la estrategia norteamericana que, desde la década de los ´60, se ha impuesto la tarea de destruir a la Revolución Cubana, ese mal ejemplo para Latinoamérica y el mundo. Ha fraguado innumerables planes para asesinar al presidente ya fallecido Fidel Castro; ha bombardeado la isla con aviones piratas; ha introducido plagas desarrollando la guerra biológica contra agricultores inermes; ha promovido figuras y figuretis para que desacrediten los maravillosos logros revolucionarios; alienta a los ciudadanos cubanos a desertar de la patria que los vio nacer con una serie de ventajas que le niega a sangre y fuego a otros migrantes del continente; ha inventado miles de calumnias para generar una opinión pública mundial adversa; finalmente, ha establecido un bochornoso bloqueo a la isla, impidiendo que pueda hacer negocios con cualquier país y con cualquier empresa del mundo. Todo en vano.

Pero el imperialismo, alentado por algunos éxitos en materia de guerra de última generación, apostó fuerte a que las noticias falsas –conocidas en el argot periodístico como fake news– podrían tener esta vez un impacto definitivo. Así que la esmirriada manifestación de opositores, alentada y financiada, dicho sea de paso, desde Miami por los mismos de siempre, pasó a ser una “multitudinaria manifestación” del pueblo cubano, cansado del gobierno comunista. Para hacer creíble la versión, había que mostrar imágenes y las consiguieron. Circuló por las redes sociales de manera profusa una fotografía que mostraba una manifestación realizada hace varios años en Egipto, para hacerla aparecer como muchedumbre en El Malecón de La Habana. Luego, vino el bombardeo mediático de las mentiras: miles de manifestantes reprimidos; Camagüey tomado por el pueblo que apresó al dirigente máximo del Partido Comunista en la región; un adolescente abatido por las fuerzas represivas del castrismo; un bebé muerto en las movilizaciones… la apocalíptica visión de una revolución que se caía despedazada por un pueblo ávido de libertad, dizque.

Sin embargo, todo el escenario montado en las redes sociales contrastaba con la realidad; salvo la acción de algunos antisociales, que los hay en todas partes, que cometieron actos de vandalismo, con saqueo de tiendas y ataques a los vehículos policiales. Todas ellas fueron acciones alentadas y magnificadas por el aparato mediático mundial del imperio, sin alcanzar el efecto deseado. Porque al día siguiente, La Habana y todas las demás ciudades de Cuba amanecieron en calma y paz, como todos los días. Y para desmentir de manera definitiva aquello de que era el pueblo quien se levantaba contra el gobierno, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel hizo un llamamiento al verdadero pueblo para que se manifestara en las calles, en defensa de su Patria, de su Revolución, de su dignidad y de sus intereses. La respuesta fue contundente: cientos de miles de cubanos patriotas estuvieron dando prueba de amor a lo suyo, en contra de las intenciones del imperialismo norteamericano. Hubo un último intento de desvirtuar aquello: las fotografías de esas formidables movilizaciones aparecieron una vez más en las redes sociales del imperio, como “prueba” del descontento…

Difícil es tapar el sol con un dedo. No pudieron, porque la indignación ante tanta mentira mediática remeció no sólo a los cubanos, sino a la Patria Grande que, desde Argentina hasta México, fue escenario de innumerables movilizaciones de apoyo a la Revolución Cubana. Santa Cruz de la Sierra, donde los comiteístas y sus elegantes señoras se jactan de ser propietarios de las calles, fue también escenario de una velada inolvidable, en la esquina del Consulado Cubano, donde se congregó la gente para hacer un acto de desagravio. Se recordó, entonces, a las decenas de miles de cruceños y los cientos de miles –sí, cientos de miles, sin exageración alguna– de pacientes bolivianos que recuperaron la vista, que fueron operados gratuitamente de cataratas, que fueron asistidos por los médicos cubanos antes que el odio y la ignorancia los expulsara del país.

Así que, una vez más, el tiro le salió por la culata al pobre tío Sam, que ya tuvo que salir con el rabo entre las piernas, bien apaleado, aquel memorable mes de abril de 1961, cuando la invasión de gusanos pagados y entrenados por la CIA norteamericana fue derrotada en menos de 72 horas. No aprendieron la lección, y así les va, una vez más.

Lo penoso en el ámbito local es que el desubicado de Luis Fernando Camacho, que tiene alucinaciones mesiánicas, estaba seguro que estaría entregando su publicitada carta al nuevo gobierno títere de Washington en La Habana. ¡Triste papelón de chico de los mandados!

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