Decadencia

Cuando fue desplazado de la titularidad del Estado el sistema político de partidos de derecha, por la renuncia-huida de Goni y el triunfo democrático del MAS, el establishment de la cruceñidad asumió como razón política ser un opositor constante y apropiarse políticamente del departamento a través de las autonomías como paso previo al federalismo, retirada táctica del Estado y apropiación estratégica del departamento.

Esta estrategia parte de la constatación que ya no podrán ser sujeto político beneficiario e influyente en el Estado, como lo fueron con el nacionalismo revolucionario, en las dictaduras militares y en el neoliberalismo, esa lógica de poder se quebró a inicios de siglo.

En el cabildo de enero de 2005, el Comité Cívico de Santa Cruz (CCSC), cuyo presidente era Rubén Costas, presionó, el entonces presidente Carlos Mesa cedió su facultad constitucional de designación de prefectos y convocó a la elección de estas autoridades; este hecho político fue fundamental, el establishment antepuso su agenda a la Asamblea Constituyente, que era una demanda política de las organizaciones sociales del país. La elección quedó parcialmente frustrada por la renuncia de Mesa.

Pero, en las elecciones nacionales de diciembre de 2005 también se eligió a los prefectos, en esta decisión jugó un rol decisivo el expresidente Rodríguez Veltzé y Salvador Romero, entonces presidente de la Corte Electoral; en las elecciones de constituyentes en 2006, también se incorporó la pregunta sobre la autonomía. Estos dos hechos políticos fueron determinantes para entender la tensión, el conflicto entre el establishment y el gobierno popular de izquierda.

Los prefectos cruceños siempre fueron de derecha, pero designados por el presidente de turno, en este nuevo escenario asumieron a la prefectura —hoy gobernación— como una propiedad de las élites.

La triada del poder político se articuló entre CCSC-gobernación- gobierno municipal, bajo el liderazgo cívico, porque se autodefinen gobierno moral de los cruceños. Sus núcleos fácticos del poder son la oligarquía, el empresariado, las empresas de servicios dirigidas por la élite —Cooperativa de Agua Potable y Saneamiento Básico (Saguapac), Cooperativa Rural de Electrificación (CRE) y la Cooperativa de Telecomunicaciones Santa Cruz (Cotas)—, medios privados de comunicación, las comparsas, la Unión Juvenil Cruceñista y la Conferencia Episcopal Boliviana.

El tiempo fáctico de este modelo alcanzó la cima con la creación del Consejo de Autonomías, que era integrado por cuatro departamentos —Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando— y luego el Conalde, con la incorporación de dos departamentos más —Chuquisaca y Cochabamba—; el objetivo, imponer la autonomía bajo la lógica de la cruceñidad e impedir el desarrollo y conclusión de la Asamblea Constituyente.

Un factor, no el único para su derrota, fue que se autoconsideraron un movimiento nacional, subordinando a toda la derecha y regiones bajo el mando de Branko Marinkovic y el CCSC; fácticamente fueron cabeza del enfrentamiento, pero no líderes de una opción nacional en pleno proceso constituyente.

Fue el tiempo donde la decadencia afloró como realidad. Lo que impidió el desplome pero no la crisis del establishment fue Costas en la gobernación y el alcalde Percy Fernández.

Salir del ostracismo para el CCSC significaba aparentar paternidad política sobre las derechas. En 2019 quiso “mediar” para forzar una sola candidatura electoral, fracasaron, su opción fue conspirar contra las elecciones y su mejor escenario, el “fraude”; el enemigo, ya no el adversario, era el presidente indígena de izquierda.

Lograron imponer, con la complicidad mediática e internacional, este dispositivo que movilizó a la ciudadanía urbana con características violentas y raciales para impedir el reconocimiento del resultado electoral. A ello se debe que Camacho y la ultraderecha desecharon a Carlos Mesa al bloquear su aspiración a la segunda vuelta, esta decisión constató que Mesa era un candidato útil y desechable.

Creyeron que su euforia en la toma violenta del Palacio Quemado les daba la condición de liderazgo nacional, su máxima fue la escenificación tétrica en el balcón del Palacio, junto a la presidenta de facto enarbolando la Biblia.

Camacho, constituido en el peor gobernador —lo dice la misma derecha—; Calvo redujo al CCSC a un apéndice mediocre de la Gobernación. Intentan impedir su derrumbe apelando al chauvinismo regionalizado, para ello el Censo es la excusa.

La decadencia no está reflejada solo por el nivel de “liderazgo”, sino porque no lograron superar la derrota autonómica. Se redujeron a ser los titulares e impulsores eternos de conflictos, recurren al drama, a la escenificación como el método pragmático para aparentar la imagen, el simbolismo de víctimas del Estado Plurinacional que quiere destruir al departamento, a su modelo económico, sojuzgar a los cruceños, avasallar sus tierras. El testimonio de sus actos grafica su decadencia.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.

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