Harvard 360 bolivianos
Un hecho y una declaración sintetizan lo que representan los aspirantes a ser la nueva élite estatal con el auspicio de los tribunales Constitucional y Electoral.
El primero, el evento Bolivia 360, desarrollado en la universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, organizado, financiado y promocionado por el empresario millonario Marcelo Claure, protector y benefactor de las derechas criollas bolivianas; el segundo, la declaración del presidente del Comité pro Santa Cruz que además asistió también como invitado al evento en Estados Unidos.
En el sentido común de las élites criollas, tuvieron y tienen internalizado un patrón de dependencia subordinado a los europeos, a los norteamericanos, hoy a occidente; a sus valores políticos, capitalistas, religiosos, raciales y culturales. Siempre fue y es su paradigma.
Renuncian consciente y deliberadamente a ser sujetos para constituirse en trasmisores y actores de un drama escrito para mantener a nuestro país en la condición de subperiferia colonial; es decir, periferia dentro la periferia regional.
Qué valor político en democracia tiene que los candidatos presidenciales y asistentes al evento hayan presentado su “plan de gobierno” al Tribunal Electoral y posterior a lo escrito asistan religiosamente a escuchar, tomar apuntes de otro plan elaborado por intelectuales que se sienten propietarios del planeta y son ajenos a nuestra Bolivia.
En el evento estaban los gendarmes financieros del universo, el BM y el FMI; también la extrema derecha: Iván Duque, expresidente de Colombia; Mauricio Macri, expresidente de Argentina, y Corina Machado; ese abanico ilustrado de instituciones y personalidades impide especular e hilar conjeturas, sino tener certezas.
Dentro la misma serie, pero en otro capítulo, el presidente cívico cruceño reiteró una frase que resume la concepción racial y regionalizada que tienen de nuestra Bolivia las élites de extrema derecha.
Los expresidentes cívicos: Marinkovic afirmó, con la anuencia de la jerarquía católica, que Santa Cruz le decía no la Constitución MASista; Camacho y Larach, en esa misma línea, llamaron a la unidad de todos los bolivianos contra el MASismo; hoy, el actual presidente cívico Stello Cochamanidis sentenció que, “si no nos unimos los bolivianos, el MASismo vencerá”
Aplicando el razonamiento cívico, el 67% de ciudadanos y ciudadanas que aprobaron soberana y democráticamente por primera vez en la historia republicana de 188 años la Constitución Política del Estado no los consideran bolivianos.
Cuando se fundó la república independiente de Bolivia la ciudadanía era censitaria, racial y patriarcal; todos eran considerados bolivianos con obligaciones; pero los derechos sociales, civiles y políticos estaban reservados solo para los hombres blancos criollos y mestizos; los indios y mujeres eran solo habitantes.
Hoy volvemos a la misma retórica actualizada de ciudadanía racializada; esas élites eternas con sentido de propiedad sobre el universo territorial nacional, tienen la facultad divina de calificación y veto; los hombres y mujeres que viven en el departamento de Santa Cruz si no acatan los paros y bloqueos decretados por el Comité pro Santa Cruz no son considerados cruceños; es decir, la pertenencia e identidad regional están otorgada spor un grupo elitario —cívico— elegido por una democracia selectiva que no llega ni a medio millar de votos, que los encumbró en podio celestial regional en una población que supera los tres millones de habitantes.
Desde el podio en Massachusetts y en el ente cívico construyen al enemigo; los interiorizan racial, étnica y socialmente; son millones de bolivianos y bolivianas que no son considerados de la civilización occidentalizada, por lo tanto, excluidos de su lógica política, cultural y religiosa de la aspirante élite presidencial.
El demos-pueblo de la democracia se convierte en el objeto electoral, que tiene que manifestarse sobre los códigos foráneos como si fuesen suyos; es decir, la alienación cultural es la nueva razón temporal que ordenará el comportamiento de las sociedades de la Bolivia Plurinacional.
El krato-gobierno de la democracia será el resultado no de la voluntad soberana del pueblo, sino la consecuencia de la conspiración planificada en laboratorios con complicidades internas.
Son tiempos de turbulencia inducida, donde el miedo y el desorden se convierten en promesa; parafraseando la sentencia de Milton Friedman, mentor del neoliberalismo, “lo políticamente imposible se vuelve políticamente inevitable” para los Harvard 360 bolivianos.
*Es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.