Narrativa y vencedores de ficción

La imagen de vencedores y derrotados en la política criolla es el drama de un libreto de ficción, por la intensidad de las escenas se vuelven en la representación de la totalidad de la sociedad, porque habla el actor de las tablas en el teatro mediático.

No importa qué antecedió, lo que sirve en el presente es la narrativa política-mediática que se impone, eso es lo que queda en el imaginario social como sentido común.

El prolongado (36 días) bloqueo cívico a Santa Cruz, porque no fue paro, reafirmó un principio del establishment de la cruceñidad, que el sentido de ser cruceño no surge por el origen de nacimiento o residencia sino por el tipo de ideal que representa ser cruceño, este es la identidad de la cruceñidad construida e impuesta por la institucionalidad política-cívica- privada-religiosa a partir del regionalismo, capitalismo, familia y religión; todos ellos son los cruceños, los que no comulgan con estos vectores ético-ideológicos son anticruceños, por lo tanto, son enemigos del departamento, de Dios, la familia y la propiedad privada.

Reafirmaron este sentido de posesión con el control-bloqueo de las rotondas y avenidas por funcionarios de la Gobernación, de las empresas de servicio y de la universidad, todos con sueldo, ahora convertidos en vecinos, esa es la ciudadanía cruceña que les da derechos; los otros que nacieron y viven en Santa Cruz pero que no son parte del círculo de la cruceñidad, el Plan Tres Mil, transportistas, gremiales, profesores, micro y mediano empresarios, obreros, campesinos, a todos ellos se los obliga a acatar las órdenes del establishment a través de la violencia parapolicial liderada por la Unión Juvenil Cruceñista porque no son considerados cruceños, porque no tienen la identidad de la cruceñidad, son tratados como migrantes y enemigos al mismo estilo de la ultraderecha europea contra los migrantes latinos y africanos.

El conflicto por la fecha del Censo tiene sus tiempos para la explicación del conflicto, que ahora ya no tiene validez, porque la narrativa política-mediática impuesta hoy empieza partiendo por lo subliminal, “Santa Cruz luchó por Bolivia”, y desecha la tesis inicial: “Santa Cruz es la que crece más y necesita más recursos para atender las demandas de los migrantes y mayor representación parlamentaria”; aquí el país está por debajo y Santa Cruz está por encima.

No solo eso, se consideran a sí mismos el todo. En la última concentración, porque no fue cabildo, en el punto 3 de sus conclusiones exigen —chantajean— “que los otros departamentos se unan a la demanda cruceña”; en caso de no hacerlo, en el punto 4 amenazan que “por su propia cuenta asumirán las medidas en beneficio del país”: autonombramiento —al estilo de Áñez— de considerarse de facto el todo nacional; como eco, Mesa, Tuto, los alcaldes de La Paz y Tarija, el club de amigos del Conade, Comcipo asienten y expresan que Santa Cruz está luchando por Bolivia.

Este todo es la apariencia, pero por la rimbombancia mediática el titular en primera plana lo vuelve nacional, es este momento que la lucha es por el simbolismo y no por el objetivo planteado inicialmente.

Requieren del triunfo moral, de la imagen simbólica de vencedores, pero también necesitan de un enemigo que tiene que ser derrotado, tienen que hacer flamear su euforia sobre las cenizas del vencido.

El triunfo moral y simbólico ya no podía ser conquistado en otro cabildo, sino en el corazón del poder político: la Asamblea Legislativa; necesitan que su narrativa se convierta en la razón nacional, para ello recurren a la autovictimización: “Santa Cruz y Bolivia necesitan pacificarse”; vuelven a imponerse sobre el país, mostrando que todo el territorio está en conflicto porque Santa Cruz está en conflicto, la fórmula es una ley y la adhesión al discurso colonialista- racista de la pacificación, es ese tiempo fáctico que crean al enemigo a derrotar.

Camacho desplaza de las tablas teatrales a Calvo y Cuéllar, habla a nombre del país y nos dice que Bolivia ganó, se arroga el triunfo moral, los titulares de prensa voceros del establishment titulan “fueron derrotados los radicales”, ya no cuenta el contenido de la ley porque solo reitera lo que dice la norma; el valor está en el exitismo del vencedor blanco, empresario, religioso y en la derrota de la plebe.

El disciplinamiento político es fundamental, el discurso regional colonial de superioridad: “Santa Cruz y Bolivia vencieron y fue derrotada la radicalidad”, entonces fueron derrotados los plebeyos que resistieron al bloqueo, a la violencia parapolicial racial y los departamentos que no se sumaron al paro, porque no son considerados cruceños ni bolivianos, sino radicales.

La imagen ya no es sobre el conflicto, sino por el simbolismo moral del vencedor, para que sea la narrativa que justifique posteriores acciones conspirativas antidemocráticas.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.

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