Todo es cabildo
Todo es cabildo y no importa cuántos se reúnan, hablan a nombre del departamento y del país. El cabildo y la asamblea son instituciones políticas que fueron discutidas en la Asamblea Constituyente e incorporados en la Constitución, esto significa una transformación sustancial de la democracia liberal representativa; lo colectivo y la deliberación son escenarios propios de la forma organizacional de nuestros pueblos, organizaciones y la sociedad plural que tenemos en el país.
Al ser una institución constitucional el cabildo, la validez y legitimidad no están en la simple enunciación como hecho dado, sino en cumplimiento del requisito principal, la participación de ciudadanos. El segundo elemento, el alcance de la participación está en función del temario a deliberarse. Y por último, la validez legal de la participación y de las conclusiones tiene que ser certificada por el Tribunal Electoral Departamental (TED).
Pero contrariamente a lo que norma el Estado de derecho plurinacional, la sin-razón es la racionalidad contemporánea de quienes creen que tienen el derecho absoluto y divino de poseer la verdad por encima del soberano, de la democracia y del Estado.
El Comité Cívico cruceño, para legitimar el conflicto sobre el Censo el año pasado, convocó al cabildo; la validez del evento para los organizadores —gobernador y cívicos— estaba dado en la imagen simbólica y mediática, medios de comunicación influyentes titularon “más de un millón de asistentes al cabildo”. Entonces, el “cabildo del millón” decidió. Los cívicos construyen su narrativa a partir de este colchón mediático.
El TED que fue electo por la Asamblea Departamental de Santa Cruz participó como veedor del evento a solicitud de los cívicos —como dice la Ley de Régimen Electoral—, certificó apoyado en datos técnicos que solo asistieron un cuarto de millón, la realidad supera la ficción, pero la ficción es la verdad de los cívicos.
La ficción es su sentido común, se autonombran el summum de la democracia y la libertad. Se congregan al estilo del Vaticano los iluminados y deciden convocar a un gran cabildo nacional, el libreto empieza a circular por los medios: el 25 de enero desafiarán desde las multitudes a los poderes constituidos porque no los representa, los 3.394.052 (55,11%) que eligieron al Gobierno no tienen validez.
Los medios, a través de sus cuentas de Facebook, empiezan a transmitir las concentraciones en las nueve capitales, entrevistan a los asistentes, falta levantar el telón para mostrar las multitudes, pero la ficción nuevamente es superada por la realidad.
En Sucre, “capital de la república” como les gusta nombrarse, en la ciudad de Sebastián Pagador, en la chura Tarija, en la Llajta, en Nuestra Señora de La Paz, en la ínclita Villa Imperial, la multitudinaria concentración llenaba apenas un salón de fiestas. En Santa Cruz, el Cristo Redentor vio que sus feligreses eran los mismos de siempre, pero reducidos.
No quiero desvalorar a los que asistieron, pero tampoco puedo aceptar que usurpen la voluntad soberana y democrática del pueblo y se arroguen un derecho a nombre de millones, que no lo tienen.
El valor de las concentraciones no está determinado por el nivel de participación —para los organizadores—, sino por la lectura de las conclusiones. Nuevamente empieza a imponerse la ficción y la narrativa que envuelve el evento son los medios de comunicación, los que presentan el hecho: “Bolivia se pronunció y da un plazo al Gobierno para dar amnistía, sino revocará su mandato”.
La fuerza simbólica de su enunciación está en disfrazar cualquier mitin en cabildo, porque no podrían expresar que la reducida reunión de ciudadanos pide el revocatorio, requieren de un ropaje y la mejor forma es presentar una brisa de otoño como una tormenta de verano, la ficción es su verdad.
Los promotores e impulsores desfilan en la pasarela mediática para divulgar con tono de amenaza que “Bolivia ya habló y decidió”, e intentan agendar como debate ya no los cabildos sino las conclusiones, dando pie a la justificación entrevistando a los eternos analistas “independientes”, pronosticando una posible crisis de Estado si no se atiende la demanda de los ciudadanos.
En esta línea, la próxima reunión de Mesa, Doria Medina, Tuto, Camacho, Áñez, Almagro, presencial o virtual, lo denominarán como el “cabildo de líderes de las multitudes”, que exigen no solo la renuncia del Presidente sino la abrogación de la Constitución y volver a la República. La ficción seguirá siendo su narrativa y tendrán cobertura mediática nacional.
Para los promotores eternos de la desestabilización, la ficción y las fake news son su instrumento para inducir a reacciones que derivan en violencia racial y política, el efecto es mostrar una realidad prefabricada donde el Presidente y autoridades del gobierno popular de izquierda son enemigos de la voluntad popular expresada en los cabildos. A estos cabildos, la sabiduría popular los denomino “cabildos de Alasita”.
César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.