La gestión del trafico de drogas: un negocio millonario

Para nadie es desconocido que el narcotráfico es uno de los negocios más redituables en el mundo, junto a los tráficos de armas, de personas, órganos y obras de arte.

Fue el imperialismo inglés uno de los primeros actores para masificar el consumo colonial de una droga: el opio. Gracias a los ingleses la proliferación de dormideros de opio se extendió por toda Indochina, convirtiéndola en un gran mercado para un producto que amplió su consumo a grandes cantidades de una población que, además era rebelde frente a la presencia extranjera. De esta manera, el opio no solamente sirvió para hacer negocio, sino también fue un factor de dominación política, inaugurando una práctica que se extendió por el tiempo y en otros continentes.

Los hijos putativos de los ingleses, los norteamericanos, recogieron esta práctica con otro tipo de plantas que contienen alcaloides como la amapola, la coca y la marihuana. De esta manera su presencia en Afganistán, Colombia, Bolivia y Perú, además de México, explican su presencia y en algunos casos, su injerencia a través de bases militares.

Haciendo un ligero análisis, queda claro que donde hay presencia norteamericana, el narcotráfico se incrementa geométricamente. ¿Cómo es posible, que la presencia de la DEA, oficina especializada en la “contención” del tráfico de drogas, más bien sea un factor de multiplicación de factorías de producción de estupefacientes? ¿Cómo es posible que la “guerra contra las drogas” se produzca sólo contra los productores locales y no tenga acciones eficientes en su propio territorio, donde el consumo también se expande hasta constituir ghetos de drogadictos, que son tolerados y protegidos por Washington? ¿Por qué los “operativos” promovidos por la DEA, sólo arrojan movilización de fuerzas policial/militares antidrogas que como resultado sólo detienen a trabajadores y “destruyen” infraestructura destinada a la producción? ¿Es que los operativos DEA, sólo sirven para elaborar estadísticas y justificar millonarios presupuestos? ¿Los denominados “peces gordos” de los carteles de las drogas, son en realidad, la competencia de los grupos protegidos por la DEA para producir la “demanda oficialmente protegida de la droga” en territorio norteamericano?

El fracaso de la guerra contra las drogas en el mundo es una realidad indiscutible. Pero si es así: ¿porque los Estados Unidos la sostienen?

Son varios los autores norteamericanos que han escrito sobre el tema. Algunos de ellos ex agentes de la CIA y la DEA. Todos sin excepción coinciden en que existe una doble moral en los gobernantes norteamericanos. Es que el capitalismo, también expresado en el tráfico de las drogas, genera profundas contradicciones. Para el caso, la enmienda Boland impide usar dineros provenientes del Tesoro Norteamericano en acciones extraterritoriales que además impliquen potenciales violaciones a los derechos humanos. Por tanto, la guerra sucia contra los intereses imperialistas en las neocolonias no se produce con dinero del Tesoro Norteamericano. ¿Entonces quién los financia? ¿Cómo ingresan “legalmente” cantidades millonarias de dinero a la Banca Norteamericana? Ex agentes de la DEA y la CIA coinciden en que existe una doble moral y por supuesto, al menos una doble contabilidad.

Sin embargo, más allá de preguntarnos sobre cómo se “lavan” esos “dólares sucios”, veamos otros datos que confirman la idea que sostenemos: Oliverth North, famoso Coronel que llegó a General, se constituyó en un personaje indispensable para entender esa movida. 

La clave la dio el derribo de una avioneta en la selva nicaragüense en fecha 5 de septiembre de 1986, durante el gobierno de Víctor Paz Estensoro, siendo su ministro del interior, Fernando Bartelemy, la misma que piloteada por Hasenfus, de origen norteamericano, llevaba dinero para los contras, grupo contrario a la revolución sandinista. 

Realizada la investigación, se comprobó que el dinero era producto de la venta de armas norteamericanas a Irak para su guerra con Irán, así como de dinero producto de la exportación de cocaína, siendo el organizador de la operación el mencionado Cnl. Oliver North, quien a su vez fue relacionado por su presencia en laboratorios de Huanchaca, la factoría más grande de cocaína existente en Bolivia.

Situada en las serranías de Caparuch, fue descubierta accidentalmente cuando el científico boliviano Noel Kemp junto a Vicente Castelló, un biólogo español, fueron asesinados por los guardias del complejo de fabricación y procesamiento de cocaína.

A la misma, arribaron recién pasados tres días los fiscales que realizaron el levantamiento de los cadáveres y la destrucción de una inmensa, pero desierta fábrica. Para acceder al sitio, la Embajada norteamericana se negó a permitir el uso de helicópteros ni de tropas policial/militares de la UMOPAR, entrenados y dirigidos por la DEA norteamericana.  El caso pasó a la historia como el Irangate e hizo más énfasis en el tráfico de armas, escondiendo el tráfico de cocaína, vital para la seguridad interna norteamericana.

Desde entonces, antes de entonces y hasta ahora, todos los gobiernos de los países andinos y así como el mejicano, tuvieron relaciones más oficiales o por debajo de cuerdas con la DEA. Esto ocurre sean gobierno de extrema derecha o de izquierda, pues para el Estado Profundo de los EEUU, la producción y el tráfico de cocaína, gestionados por la DEA, son una actividad fundamental para el financiamiento de las operaciones negras que  Estados Unidos llevan a cabo, fuera de territorio norteamericano. El mismo modelo es y probablemente sigue siendo usado en Afganistán con el cultivo de la amapola y la fabricación de opio.

La demanda oficialmente protegida del consumo de drogas, en territorio norteamericano, tiene en la DEA su principal actor y en la CIA, en los países productores, su principal actor político, encargado de fomentar las campañas de narco estado y/o estado fallido, tan comunes cuando quieren tumbar a un gobierno o defenestrar a un presidente, en complicidad con las policías, las fuerzas armadas o ambas a la vez, como tristemente tiene memoria la historia popular de nuestro Abya Yala.

Fernando Rodríguez

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