La “democracia” al estilo fascista
El artero ataque de grupos paramilitares de la derecha radical cruceña a la casa de campaña que inauguraba el MAS IPSP en la capital oriental es expresión del estado de ánimo de una oposición fraccionada y pone en entredicho toda la narrativa mediática instalada como estrategia hacia las elecciones de agosto de 2025. Las dificultades económicas por las que atraviesa Bolivia, consideradas por esa derecha y sus medios funcionales como la “mas grave de la vida del país” no son la catástrofe que pregonan y; el resultado de sus dos encuestas no es tampoco un correlato del cacareado fin de una época y el fracaso del Proceso de Cambio.
El episodio explica también, a posteriori, parte del Plan B de aquella estrategia, que partió de la convicción de que era posible articular un solo frente con un a candidatura única para enfrentar al MAS, un anhelo que todavía es impulsado por sectores de la rancia aristocracia particularmente cruceña, mediante su comité cívico que insiste en unir a moros y cristianos para tener éxito contra quienes recortaron sus privilegios en estos últimos veinte años. Han constituido con bombos y platillos un comité dizque cuidante del voto ciudadano ante un eventual fraude que podría propiciar el masismo derrotado y desesperado. Así que, si no ganamos, gritamos ¡fraude!, tal como lo viene haciendo ese eterno perdedor que es Tuto Quiroga.
Y es que, a pesar de la “crisis”, el país sigue andando, los empresarios continúan cosechando ganancias y la banca se sigue enriqueciendo. La especulación, el agio y el sabotaje a la economía son, paradójicamente, impulsados por esos mismos sectores. ¿No resulta curioso que sea la producción nacional la que más incremente precios para castigar la canasta familiar y crear una percepción de “crisis total”? La carne, el aceite y el arroz son buenos ejemplos de cómo la economía de la especulación funciona. El invento no es nuevo; ya fue practicado muchos años atrás para tumbar a Salvador Allende en Chile; fue intentado contra Venezuela; se ceba contra Cuba a través de un salvaje bloqueo de más de sesenta años. Pero parece que en Bolivia no funciona del todo bien…
La derecha cae en cuenta que sus encuestas truchas tienen números que no cuadran. Ni sumando los generosos porcentajes opositores, alcanzan el 50% de la votación. Vuelca los ojos sobre este terrible 30% rebajado que se nutre con los nulos, blancos y no sabe/no responde. Y asume, con temor que el pueblo sí sabe, pero no responde; que la desorientación prima en estos momentos, pero no produce Alzheimer, que la memoria se mantiene fresca y recuerda lo que hicieron en nombre del neoliberalismo los actuales dinosaurios candidatos de la derecha. Y es que sólo una ínfima minoría nostálgica quiere volver a las épocas de la democracia pactada, cuando se repartían ministerios para ejecutar el programa elaborado por la embajada yanqui y el FMI.
Entonces reacciona de manera hepática y con raciocinio ajeno. Con el hígado, yendo a golpear a los leales al proceso que mantienen en alto orgullosamente sus banderas y sus colores; además, con ideas elaboradas por estrategas de la guerra híbrida afinando sabotajes y conspiraciones. Hay que preparar el terreno para denunciar el fraude; hay que llamar a la OEA; hay que preparar el terreno con tiempo. ¿Cómo es posible que los resultados sean diferentes a lo que cantaron nuestras encuestas? ¡Fraude! Y no les falta razón, pues el pueblo masista, ése que se manifiesta de manera masiva en las calles para expresar su protesta, su preferencia, su estado de ánimo, no es ni por asomo adherente al neoliberalismo.
Y si no, ¿por qué atacar una primera casa de campaña del MAS en Santa Cruz, si, según sus muy serias y científicas encuestas, ese candidato no alcanza ni siquiera el 3% suficiente que requiere para salvar esa sigla tan odiada por la oligarquía? Sí, efectivamente, amables lectores y lectoras, ustedes han acertado con la lógica respuesta.
Añadiremos, de nuestra parte, que sólo el pueblo salva al pueblo.





