Los serviles al imperio

Para nadie es desconocida las constantes agresiones que realiza el gobierno norteamericano a gobiernos de la región que no se acomodan a su política, países sobre todo como Brasil, Colombia, Venezuela, Cuba, Nicaragua, en contraposición a otros donde alienta a la violencia como en Ecuador, Perú, con escenarios de protestas agitadas desde sus medios de comunicación, quienes son nomás la quinta columna imperialista en nuestro seno.

En América Latina, en el siglo anterior, se imponía la ideología neoliberal por medio del Consenso de Washington, y mientras la derecha vaciaba el Estado y privatizaba las empresas públicas, una parte de la izquierda sentenciaba que se podía cambiar el mundo sin tomar el poder.

Y en eso vino el comandante Hugo Chávez a cambiar Venezuela, y América Latina y el Caribe. Una Venezuela que ya había protagonizado en 1989 las primeras resistencias contra el modelo neoliberal cuando su población se rebeló contra el precio de los productos de primera necesidad y hubo miles de muertos por la represión durante el Caracazo.

A Hugo Chávez se le sumaron Néstor Kirchner, Lula da Silva, Morales, Rafael Correa, o las exguerrillas centroamericanas del FMLN y FSLN en El Salvador y Nicaragua.

Con una política abiertamente condicionada a los intereses y directrices de EEUU, el gobierno de Rodrigo Paz prácticamente se bajó los pantalones mostrando así una clara sumisión a todo lo que imponga la política de Donald Trump.

El justificativo que puso como advertencia Paz Pereira, en una entrevista es que “Somos un país democrático”, al no invitar a los gobernantes de Cuba, Venezuela y Nicaragua a su investidura, muestra cuál será su postura con esos países a quienes él los considera dictaduras.

En la misma línea Paz Pereira, invitó a la líder opositora venezolana María Corina Machado, quien se constituyó en la principal agitadora de la violencia en ese país, de igual modo desvincularse de la Secretaría del Alba en Venezuela y reestablecer relaciones con Estados Unidos. Acaba de confirmar que el presidente de El Salvador, Naif Bukele estará en el acto de posesión.

Para colmo se ha confirmado que tiene previsto invitar a la representación del estado israelí con quien pretende reestablecer relaciones diplomáticas.

Otra señal que nos muestra los condicionamientos del país del norte es la decisión de Jorge Tuto Quiroga, quien señalo que apoyará sin condiciones en la Asamblea Legislativa para garantizar la gobernabilidad.

Son esas señales que utiliza el imperio como mecanismo de subordinación de su política. Trump ha señalado a Bolivia como potencial socio, dichas advertencias de acercamiento sobre Bolivia responden a la necesidad de reposicionarse en un territorio clave para los recursos estratégicos del siglo XXI, como el litio.

En la línea del control que ejerce EEUU sobre países como Bolivia en política antidroga es el retorno de la DEA, sin embargo, ya existen posiciones contrarias, porque Edman Lara enfatizó que la prioridad debe ser fortalecer a la institución del orden como la Policía reestructurada en Bolivia y que no necesita de la DEA.

Lo grave de ese futuro escenario es que el evismo juega a dos caras, por un lado, pacta con Lara con proyectos oscuros, y por otro encubre la actitud sumisa del gobierno Paz Lara al imperio, cuando Evo Morales, hace 15 años condenaba ese tipo de injerencias en defensa de la soberanía nacional.

El evismo cambia de rostro, hoy y se cobija en ser un aliado disimulado de Lara con matices amarillistas propio de los que no son ni chicha ni limonada.

Cuando creímos que habíamos recuperado la dignidad con todas las dificultades que tiene un país, que fue ignorado y ninguneado durante siglos. Nos hemos puesto de píe con muchas dificultades, pero a muchos esto no les agrada y ahora están empeñados en ver nuevamente a nuestros gobernantes acudir de rodillas ante los poderes imperiales. Esa es la miseria de los serviles al imperio.

*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe

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