Dimensión de la coyuntura

El resultado electoral de la primera y segunda vuelta modificó la composición política, social y cultural de la élite gubernamental. El Estado tendrá otra fragancia política. Sin entrar a explicarnos las causas de esta modificación en los actores del poder, es importante ver que hay un nuevo escenario constituido con legitimidad, porque el soberano es la fuente originaria del poder; ahí radica su valor.

Se inaugura una coyuntura, la dimensión de la perspectiva política está condicionada por el estado de ánimo y la expectativa de la sociedad plural sobre las decisiones que tome el presidente electo y las consecuencias de éstas.

La tradición de la política criolla enraizada cultural y políticamente nos describe que las primeras decisiones gubernamentales son viendo al pasado y a sus antecesores como fuente negativa para presentar al presente como esperanza positiva; es la narrativa necesaria e ineludible que requiere temporalmente el poder político.

La sociedad plural boliviana tiene la peculiaridad de ser altamente organizada y politizada, con diferentes percepciones políticas y concepciones ideológicas, incluso antagónicas; la intensidad de sus manifestaciones tiene en la identidad cultural de los pueblos, en las clases sociales, en las regiones, en el campo y la ciudad la dinámica de la política y las razones que dan sentido a la disputa por el trono estatal.

El triunfo electoral no implica prescindir de la composición social y cultural del voto, porque ahí está inscrita la dinámica del conflicto propio de las sociedades politizadas.

Las coyunturas no se explican por los deseos y la narrativa impuesta por los que están en el palco de la escena, aunque son el condimento, sino por lo que representa en el ideal, en el sentido común, en la subjetividad de las diferentes clases, sectores y pueblos de la sociedad plural el presente, porque tienen relación con el yo individual y colectivo.

La coyuntura es siempre la manifestación de la intensidad del conflicto como dinámica de la sociedad plural y de las formas de reacción de la élite estatal.

Al tener una sociedad plural politizada, y al conflicto como dinámica societal, el Estado con su élite tiene un rol determinante; ése es el punto de inflexión para entender la intensidad de la política como reordenadora del orden social.

Al ser las próximas elecciones en gobernaciones y municipios de forma inmediata, no existe pausa en la dinámica electoral; ahora los actores tendrán un escenario más territorializado, la composición del voto en el balotaje tendrá otra incidencia que ordenará los diferentes bloques políticos subgubernativos.

Nuestra democracia tiene un déficit estructural: carece de partidos instituidos que sean la columna vertebral del sistema político; hoy solo tenemos siglas electorales, embarradas en consignas, sin estructura ni militancia partidaria, que se manifestaron en estas últimas elecciones nacionales. Parlamentarios que autodefinen solo a partir de la identificación con la imagen del candidato presidencial-vicepresidencial.

Las subnacionales no están condicionadas al sistema de siglas electorales nacionales; es decir, no dependen de las siglas electorales de alcance nacional; tienen su propia dinámica, pero las afinidades e inclinaciones de las autoridades locales electas incidirán en correlación de fuerzas nacionales.

En el escenario subnacional, algunos se volverán a recluir local y electoralmente para ser reelectos, porque es la única forma de que estén visibles públicamente; otros se disolverán y volverán a renacer como el ave fénix en las próximas elecciones, los que podrían disputar mayor participación en los diferentes municipios y gobernaciones son el Gobierno y el voto nulo.

El Gobierno aspira salir del voto prestado y tener presencia propia en el ámbito territorial; será nuevamente con sigla prestada del PDC. Son interrogantes que serán absueltos por el tiempo inmediato. El otro es el voto nulo; esencialmente, es evista con presencia nacional; no tiene sigla electoral, pero participará.

La coyuntura emergente del balotaje, de la correlación de fuerzas políticas nacionales, departamentales, municipales, de los efectos sociales y económicos de las decisiones gubernamentales, de las ilusiones, deseos de la sociedad plural, de la pausa temporal en la conflictividad, se irá reconfigurando constantemente, porque no estamos en una fase solo de transmisión de mando presidencial, sino en la fase de resolver lo que hereda, la responsabilidad del “quehacer” muta del antiguo al nuevo titular de la Casa Grande.

La coyuntura es construcción, la dimensión y alcance depende como los actores asumen la temporalidad política del conflicto.

César Navarro Miranda
es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda

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