La Centella(s) eclesial y colonial

La Iglesia Católica y sus principales autoridades están vinculadas a la historia de nuestro continente desde la invasión hasta el presente, fueron y son actores directos de la política y el poder. La religión y la espiritualidad fueron y son el medio para que estén involucrados con el poder; sus intervenciones aparentemente institucionales, son acciones políticas en tiempos de crisis de las élites dominantes estatales que comparten y comulgan la visión y concepción de la nobleza eclesial.

La reciente intervención del arzobispo Ricardo Centellas, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), es una opinión política coincidente con las derechas internas y externas sobre la crisis de octubre y el juicio a la exsenadora Áñez: “Es lamentable ver que la Justicia puede llegar a ser manipulada, la memoria del pueblo boliviano y la historia no cambian con la sentencia a la expresidenta Áñez. Es de conocimiento general que en 2019 no hubo golpe, hubo fraude y pruebas hay demasiadas”.

Esta opinión política no es aislada, por el contrario, expresa el sentir opuesto del establishment eclesial al liderazgo nacional popular anticolonial, el Estado Plurinacional y el “vivir bien”.

En mayo de 2008, los grupos de poder cruceños intentaron imponer la ruptura institucional del Estado con el referéndum anti e inconstitucional sobre la autonomía; el 4 de mayo — día de referéndum—, a primera hora en la Catedral cruceña, el cardenal Terrazas celebró la misa a la que asistieron tanto el prefecto Costas y Branco Marinkovic. El cardenal bendijo el acto anti e inconstitucional y al terminar la celebración eucarística fue a emitir su voto, en una clara demostración de adhesión política al separatismo y contraria a la Asamblea Constituyente dirigida por una mujer campesina.

En 2019, el nuevo cardenal indígena Ticona participó de un evento de la Confederación de Mujeres Campesinas “Bartolina Sisa”, ahí expreso: “Donde sea tenemos que ir junto al presidente Evo”. Inmediatamente la CEB desautorizó al cardenal indígena y dijo que era a “título personal”.

Dos días después de las elecciones de 2019, desde el Vaticano, Centellas leyó un comunicado de los obispos: “…hay evidentes signos de fraude”. El 10 de noviembre, día del golpe, Ricardo Centellas leyó una carta abierta al Presidente donde exige que “renuncie para pacificar el país” y afirma que “(Evo) asuma su responsabilidad por el fraude electoral”, en la misma tónica de la OEA, Almagro, Mesa y Camacho.

Al igual que Pilatos se lavó las manos, en la “Memoria de los Hechos de 2019” de la CEB, presentada en 2021, Centellas en su condición de presidente de la CEB “denuncia de indicios de fraude presentados por la población”, ya no afirma en primera persona, sino que habla de indicios denunciados por la población.

La defensa a Áñez y al gobierno de facto es cuestión de vida para el establishment eclesial, se sintieron renacer cuando vieron ingresar la Biblia de las manos de Camacho y Áñez; como acto de redención organizaron la conspiración en la universidad privada de su propiedad, convocaron a todos quienes proclamaron a los vientos sobre la existencia del fraude, en su lógica colonial invitaron a la mesa a la representación de Bolsonaro y de España, en esta reunión decidieron el procedimiento para la “aparente sucesión constitucional”, designaron quien sería la Presidenta y la llamaron, como ellos mismos confiesan en la Memoria de la CEB; luego toda la cúpula de la nobleza eclesial se reunió con la senadora Áñez —supongo— no solo para bendecirla, sino para transmitirle lo acordado en la reunión conspirativa. El lunes 11 de noviembre, en conferencia de prensa, la CEB, flanqueada por el representante de Mesa y Camacho, exige que salgan a las calles militares y policías ante la amenaza de la muchedumbre popular. En la sesión de la Asamblea que no se instaló y donde Áñez se autoproclamó, la CEB estaba presente en el palco legislativo republicano.

El relato sobre la participación de la nobleza eclesial es una constatación del rol político que juega en los momentos políticos de crisis, su participación es efectiva porque su horizonte tiene la misma sintonía con los bloques y grupos de poder capitalista y colonial, no es simple casualidad fortuita, es la esencia de su propia naturaleza colonial eclesial del poder.

Luis Espinal, en sus Oraciones a quemarropa, sintetiza lo que significa el evangelio para el establishment eclesial: “Sabemos que el Evangelio es hiriente, pero nos lo hemos acomodado; hemos hecho de él un texto de conformismo y vulgaridad. Nos sirve para defender la propiedad y nuestros privilegios”.

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