A la deriva

La certeza es la deriva, contradictoria afirmación de una realidad que fueron construyendo sus actores en el devenir de este tiempo. Se consideran la totalidad hegemónica como síntesis del departamento y el faro nacional, más allá de ellos lo que existe como opción es solo sumarse a la lumbrera del establishment de la cruceñidad. Tal es esta realidad que el país está condicionado a girar en el engranaje cívico.

Cuando hablan lo hacen a nombre del departamento, cuando determinan una medida de presión lo hacen a nombre de Bolivia y cuando convocan a los políticos de las derechas, lo hacen a nombre de la democracia; millones de bolivianas y bolivianos estamos condicionados a la táctica y estrategia diseñada en el comiteísmo por el bien de nuestras familias, de nuestra fe, de la propiedad privada y de nuestro futuro.

Son en sí mismo la razón, convocan a cabildos para dar lectura al decálogo, con la aclamación de los feligreses luego de afirmar que el país ya decidió. Los que no acatan este mandato son declarados enemigos de la democracia y del pueblo.

Cuando ingresaron al Palacio con la Tricolor y la Biblia expulsaron la wiphala, a los ateos, a los indígenas, recuperaron la República, la democracia, le devolvieron el púlpito del poder a sus propietarios e instalaron el paraíso terrenal.

Es la narrativa que les permite autoconsiderarse como los predestinados a abanderar cualquier bandera, con la única condición que sea opuesta a lo que huela a indígena, originaria, campesina, popular y de izquierda.

Con el recuerdo corto enumeraremos esa predestinación. Calvo, sucesor o heredero de Camacho en el comité cívico, en febrero de 2020 ofició de ser garante de la “revolución de las pititas” y convocó a Santa Cruz su santa sede a toda la crema política de las derechas, asistieron Jeanine, Murillo, Mesa, Tuto, Camacho, Ortiz, parecía la convención de los republicanos de Trump, el objetivo tener una sola candidatura electoral, la fórmula de esa decisión no pasaba por un mínimo ensayo democrático, sino por una orden cívica. Por el resultado de esa orden llegamos a la conclusión que todos asistieron para salir en la foto.

Los indios, obreros, vecinos, agrupados en la confederación de campesinos, la COB y las juntas vecinales de El Alto decidieron movilizarse para que se cumpla un principio de nuestro Estado y sociedad: la democracia, pero al clásico estilo de la dictadura de los años 70 o del moderno bolsonarismo —Calvo y Murillo—, acudieron a la represión, a la descalificación y los acusaron de ser responsables de la muertes por la pandemia y los calificaron de ser bestias humanas; sobre los indígenas que fueron vejados, golpeados en mayo de 2007 en Sucre por autoridades políticas, académicas y cívicas, al momento de ser éstas indultadas por sus crímenes penales y raciales por Jeanine, ésta calificó a los indígenas humillados como “salvajes”, al igual que a los vecinos aymaras de El Alto que marchaban por su wiphala, los consideraron “hordas delincuenciales”.

Calvo convocó a todo el movimiento cívico a Sucre en 2023 para sacar a patadas de la Fiscalía a Lanchipa, acudieron al llamado los de la Resistencia Juvenil Cochala y la Unión Juvenil Cruceñista, fueron un grupo que apenas logró bloquear una esquina, quemaron llantas, pintarrajearon las paredes de la “ciudad blanca” y por las noches, como denunciaron los vecinos, los jóvenes rebeldes terminaban consumiendo alcohol y droga; Calvo se esfumó en el anonimato.

Ante su derrota electoral impulsaron que las damas religiosas de la élite cruceña, a nombre de la democracia, fueran a orar de rodillas a los cuarteles para pedirles a los militares que tomen el poder e impidan que jure a la presidencia al binomio que el pueblo eligió democráticamente.

El pasado año llevaron a su pueblo a un suicidio económico con una huelga por el Censo de 36 días. ¿Qué lograron? Que se ratifique mediante ley lo que el Gobierno propuso, el Censo será en 2024, ahora Zvonko Matkovic le refriega en la cara a Eva Copa y le dice que habrá censo gracias a su lucha.

Sus últimos cabildos les aprobaron lo que ellos urdieron: nueva relación de Santa Cruz con Bolivia y revocatoria de mandato presidencial, es una bandera sin mástil y que está arreada y que solo flamea en sus entrevistas mediáticas. Hoy se aferran a la Gobernación utilizando a Camacho como símbolo de su resistencia para administrar los recursos públicos como su propiedad y convierten a Larach en heredero de la deriva.

Santa Cruz es la expresión de lo plurinacional, el establishment es la síntesis del núcleo oligárquico de la cruceñidad y no de lo plural, están llevando a la deriva al departamento más poblado, porque nunca oyen a lo popular, al migrante nacional, se ven a sí mismos, creen que son la Patria al igual que la oligarquía minera, como dice Almaraz, su desprecio por nuestra Bolivia Plurinacional alimenta su colonialismo racial.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.

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