Jujuy

Mientras en los Estados coloniales se habla de la “nueva ola del progresismo”, los pueblos se encuentran en las calles, en las carreteras luchando, Puno, Cusco, Ayacucho, Wancavelica, Apurímac, Moquegua, Madre de Dios y Arequipa, en Perú y en la Argentina toda la provincia de Jujuy, con repercusiones en Buenos Aires y apoyos en todo el país.

¿Qué es lo común en estos movimientos? La identidad, identidad de pueblos originarios, entonces más allá del llamado “progresismo” nombre piadoso para la socialdemocracia, los pueblos originarios han retomado las luchas anticoloniales, iniciadas allá por 1536.

La historia ha ignorado el protagonismo de los pueblos originarios, el sometimiento que ejercieron los gobiernos coloniales no pudo terminar de “civilizar” a los rebeldes, en Bolivia esa rebeldía está personificada en la imagen de Felipe Quispe “El Mallku”, su radicalidad lo marginó de la política oficial, retornó a las bases y desde ahí contribuyó a la recuperación de la democracia (en la que no creía) incluso convocando a votar por el MAS, su rival político.

Hoy le toca al pueblo jujeño, les toca a los coyas (como se autoidentifican) que con la whip’ala al hombro están resistiendo la dictadura de un pequeño reyezuelo colonial, acostumbrado a obrar por encima de la ley (como buen colonizador) y apoyado en las élites locales con poder económico. Esta resistencia, como en el Perú ya tiene su cuota de sangre, del sacrificio heroico de los verdaderos hijos de la patria.

En la Argentina no es muy común reconocer la presencia de los pueblos originarios, la eterna lucha de los hermanos Mapuches, es vista como resabio de la historia, hasta Perón tiene en su haber masacres de pueblos originarios como los Pilagá, en ese contexto hoy los jujeños los pueblos originarios de Jujuy se encuentran en las carreteras, en las calles, en los enfrentamientos con los temibles señores de la muerte, que con sólo el poder de sus uniformes, castigan fieramente a las gentes por orden del “El encomendero cristiano, que por donación del rey español tiene a su cargo a los indios y las tierras de una comunidad” .

Es Jujuy territorio de resistencia, de lucha, de esperanza, son tiempos de recuperación de la memoria, esa memoria invocada por el Che cuando nos decía: “… para el luchador que persigue lo que hoy se llama quimera, el de un brazo extendido hacia el futuro cuya voz de piedra grita con alcance continental: “ciudadanos de Indoamérica, reconquistad el pasado”.

La violencia es la hermana gemela del poder dictatorial, sólo la violencia mantiene los privilegios de los hijos de encomenderos y sus asociados de rubios cabellos y azules ojos que aún tienen complejos de ser superiores.

Las luchas de liberación no pueden prescindir de dar fin con el racismo, tienen que estar del lado de los condenados de la tierra, de su tierra arrebatada con las triquiñuelas de los poderosos.

Jujuy es la herida abierta descrita por Eduardo Galeano y es que sólo la derrota de los dueños del poder y la emergencia del pueblo como protagonista de su propia historia, por fin, podrán cerrar la herida de 500 años.

*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino

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