Milei: un mal necesario

Las redes sociales están llenas de varias formas de crítica a la gestión de Milei en el gobierno argentino. Estas críticas a veces con humor y otras con bronca y palabras no reproducibles, son las evidencias que el pueblo argentino votó a Milei, porque en su estrategia de poder fue implacable con lo que él denomino “la casta” es decir esa maquinaria política que ciertamente, en muchos de sus componentes se ha convertido en una verdadera fábrica de nuevos ricos, pero como dice la sabiduría popular no hay que echar el agua sucia con junto con la criatura.

Milei está repitiendo lo que aparentemente odiaba, la política, la realidad ha demostrado cómo se ha rodeado de la más rancia aristocracia política macrista (que no es otra cosa que la remozada derecha tradicional) llegando al extremo de inaugurar un busto, en Casa Rosada, nada menos que de Carlos Menen, el autor del ajuste estructural que no fue otra cosa que el vaciamiento del potencial industrial de la Argentina con sus políticas de privatización.

Todos y todas conocemos el perfil de Milei, la estrategia que se implementó para llegar a ser conocido y su salto a la política.

¿Por qué es un mal necesario? Porque está demostrando el rostro feroz del capitalismo salvaje, del retorno a los viejos tiempos de oscuridad medieval, con una imposición de la teología de la opresión basada en una secta religiosa. Pero eso no es todo nos está demostrando que cuando se habla de medidas radicales de cambio, estás se deben hacer. Este es el punto central de nuestra crítica a los partidos denominados “progresistas” que fueron más que tibios a la hora de tomar medidas y transformar el Estado. La brutalidad de Milei nos dice “así se hace” cuando de cambiar a un Estado se trata, para Milei las formas de respeto a la democracia, a la ética a los derechos, etc, son elementos desechados y desechables; en esa realidad nos encontramos.

Milei es un mal necesario, porque nos obliga a pensar con nuestra propia cabeza, a romper los viejos moldes de “hacer política”, nos obliga a recuperar para el caso boliviano el concepto de política de los pueblos originarios, que no es otra cosa que la reproducción plena de la vida.

A Milei no le interesa, en absoluto, guardar las formas llama patriotas a los militares golpistas y por los consejos de sus mascotas clonadas echa a la calle a miles de trabajadores. Este resurgir del pensamiento fascista, tiene un origen: la poca capacidad de la izquierda y los “progresistas” para responder a lo que la sociedad demanda. Quedarnos en la naturalización de lo que ocurre con el consuelo de admitir que la historia funciona con “olas” que vienen y van, es consuelo de tontos, el Che decía que no podemos esperar sentados a que ocurra la revolución. Y es en estos juegos teóricos que realiza la ortodoxia izquierdista que hemos perdido de vista que el pueblo es el hecho material con sus demandas y deseos, con sus fallas y potencias la que define el curso de la historia.

Milei nos está diciendo “ustedes me eligieron para que haga lo que estoy haciendo, lo demás son quejas de zurdos llorones” y si termina su gobierno “en democracia” habrá tenido toda la razón.

Es tiempo de profundos cuestionamientos a nuestros sistemas políticos, perfeccionados para que la política tradicional, que en el caso Boliviano es de origen colonial, se reproduzca y perviva en razón del sistema “democrático”, debemos ser radicales en los cambios, porque si estamos del lado de los pueblos y obramos en consecuencia, ninguna construcción teórica como “la democracia” nos puede detener. Los hechos históricos de cambio son hechos radicales profundos, sin medias tintas, el desarrollo capitalista siempre se ha reproducido de esta manera y cuando los pueblos acuden a su propio método el aplica su política “antiterrorista” aceptadas por convenios internacionales por los mismos gobiernos “progresistas”.

La formalidad democrática aceptada como inamovible, disciplina las sociedades y somete como un chaleco de fuerza a la inmovilidad popular, justificada y naturalizada con las amenazas de la represión, siempre disculpada e históricamente utilizada para masacrar al pueblo rebelde.

Milei es la personificación del capitalismo actual, es el mejor ejemplo del futuro de la región y el mundo que se debate en la angustia y la frustración, que son el mejor caldo de cultivo, para que cientos de Milei asuman el rol que el imperialismo les ha encomendado.

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