La estrategia imperialista
Sabemos muy bien que la vieja máxima de divide y vencerás, ha sido y es una de las armas más letales para derrotar los procesos revolucionarios en el mundo y por supuesto en Bolivia.
El «divide y vencerás», en Bolivia, fue implementada durante el periodo de rebelión popular en 1952 que terminó destruyendo desde el interior al MNR y al pensamiento revolucionario. Las fracciones del MNR lograron dividir el movimiento campesino de Cochabamba, del Norte de Potosí y luego a nivel nacional, enfrentaron a campesinos contra los mineros. Siles Suazo trató de dividir a la COB fundando la paralela COBUR, por su lado el golpista René Barrientos unificó al movimiento campesino con el Pacto Militar Campesino y ahondando los enfrentamientos con los mineros. El dictador Banzer utilizó la figura de Coordinadores Laborales, para anular la fuerza de la COB y de los sindicatos.
Hoy tenemos una situación de división, ya lo dijimos, inducida desde los escritorios del Departamento de Estado y la CIA en los EEUU. Los actuales protagonistas de esta situación que se autodefinen como de izquierda y son muy conocedores de como actúa el imperialismo para quebrar los procesos revolucionarios, incluso alguno ha escrito libros y producido videos con el tema; pero aún así, siguen siendo parte de esta trama de división de un proceso prometedor de cambios en América Latina y que en el caso boliviano logró la unidad de todos los actores en una sola causa común: la transformación del Estado.
Para mayores datos del accionar imperialista en terrenos considerados peligrosos por la radicalización de los actores y sus proyectos políticos, citaremos cómo lo describe un revolucionario auténtico: «las potencias coloniales enseguida sacaron a primera plana la historia de eso, que ellos llaman asesinatos, y trataron enseguida de sembrar algo que siempre pretenden sembrar los imperialistas, la división. Porque ‘aquí había asesinos comunistas que mataban, sin embargo había un patriota ingenuo llamado Fidel Castro, que no tenía nada que ver y que podía ser salvado’. Trataban de dividir a los hombres que habían luchado por una misma causa, con pretextos y con argumentos baladíes, y siguieron manteniendo durante cierto tiempo esa esperanza.» Che Guevara. Julio de 1960.
Aquí y ahora, los agentes del imperialismo, no solamente mantienen esa esperanza de dividir a las fuerzas motrices del proceso de cambio, que son las organizaciones de naciones originarias sino terminar con las ideas que le dan el sustento vital de acción como es la descolonización, palabra más temida que el comunismo por parte de EEUU, porque cuestiona su naturaleza geopolítica, y su convencimiento de ser el pueblo elegido por dios para imponer su voluntad.
La verdadera lucha antimperialista es la lucha que están librando dirigentes de organizaciones de pueblos originarios nacionales, departamentales, provinciales y comunales, para mantener la unidad de sus organizaciones, esa es la lucha genuina y no las declaraciones cómodas de portavoces oficiosos que alimentan estas intenciones concretas de división, convirtiéndose, en cómplices de los que quieren enterrar el rico proceso anticolonial, que arranca desde la fortaleza de Willkabamba y que tiene múltiples pulsaciones, como los Katari-Sisa-Amaru, juana Azurduy, los Willka, la Barzola y la Domitila, el Che e Inti, los guerreros del agua, los marchistas por el territorio, y las víctimas de innumerables masacres. Es esa memoria que quieren sepultar, y existen «dirigentes» que están contribuyendo a este objetivo. Por otra parte nos extraña, en este escenario de división, el silencio sepulcral de las organizaciones obreras, que tal parece se convirtieron en sindicatos “amarillos”.