Coincidencias de acciones y represiones

Ricardo Bajo se preguntaba qué clase de Jeanine es Trump o qué clase de Trump es Jeanine…a propósito de esto van estas notas sueltas.

  • El lunes 1 de junio me tomé el trabajo de ver la anunciada conferencia de prensa de Trump. Es la primera vez que escucho por más de un minuto al individuo. Hice zapping entre Fox News y CNN (la primera más afín al presidente y mucho menos crítica).
  • La conferencia fue breve y concreta; un discurso bien estructurado y muy al estilo político. CNN funcionaba con pantalla partida en cuatro entre Trump, solo en su pedestal y con pocos periodistas guardando distancia sanitaria, imágenes de las protestas en calles adyacentes a la Casa Blanca, comentarios de invitados bastante críticos, y las opiniones de los propios periodistas. Mientras Trump afirmaba que respetaba y se respetarían las protestas pacíficas, una parte de la pantalla mostraba el avance de la represión sobre los manifestantes. Gases, balas de goma, garrotes e incluso caballos hacían retroceder a la gente. Me recordó las épocas en las que en Argentina era usual la represión con policías a caballo, una forma particularmente bestial de amedrentamiento, a la que era difícil oponerse (en ocasiones los protestadores utilizaban bolillas de acero de rodamientos para que los animales resbalaran).
  • La lógica de la presentación de Trump fue sencilla: condena del asesinato de George Floyd, aceptación de protestas pacíficas (desmentido en directo y simultáneo), condena de protestas violentas y saqueos, recordatorio de las “recomendaciones” a gobernadores para que utilicen la fuerza contra manifestantes, vigencia del toque de queda, condena a “terroristas” y afines (mencionó explícitamente a Antifa), reiteración del “Yo soy la ley y el orden”.
  • El punto culminante fue la advertencia de sacar a los militares a las calles para reprimir (se apoya en la “Ley de Insurrección” de 1804 para probablemente pasar por encima de los gobernadores que se resisten a la represión).
  • El espectáculo tuvo un segundo acto. Caminata hasta la iglesia San Juan, cercana a la Casa Blanca; se trata de un sitio histórico que cada presidente visita desde hace muchos años. Impresionante despliegue de seguridad. El templo estaba cerrado, ventanas y puertas tapiadas con paneles de madera por un inicio de incendio la noche anterior. Trump llevaba un ejemplar de la Biblia, se detuvo en la acera y levantó el libro, balbuceó algo inentendible, llamó a varios funcionarios para una foto en grupo y se fue. CNN calificó al gesto como una “operación fotográfica”, y uno de sus comentaristas como “acto estrafalario”. Posteriormente Marianne Budde, la obispa responsable (es una iglesia de tradición anglicana) indicó: “Todo lo que Trump ha dicho y hecho es para inflamar la violencia… Necesitamos un liderazgo moral y él ha hecho todo lo posible para dividirnos”. El día anterior ella había estado repartiendo botellas de agua a los manifestantes.
  • Trump pretende ser reelegido. Sus planes para la reelección iban bastante bien hasta la llegada de la pandemia. Uno de sus lemas fuertes (“Hacer América grande de nuevo”) se evaporó: de 35 a 40 millones de personas en EEUU han solicitado ayuda por desempleo. La economía tambalea. La situación doméstica también, entre fallecidos por coronavirus, víctimas de la violencia racial y policial, desprotegidos en dramático aumento. Intranquilo e impotente, el emperador recurre al darwinismo social: que se mueran los que se tengan que morir (por la pandemia) y que se elimine a los que se tenga que eliminar (por la represión). Lo insólito del caso es que se trata de acciones contra su propia ciudadanía. El monstruo devora a sus hijos y luego se devora a sí mismo. El invasor histórico, enloquecido y frustrado por tantas invasiones producidas, se invade a sí mismo, cerrando el círculo de muerte.

Concluyo con las siguientes reflexiones: Represión y religión funcionan hoy como elementos esenciales de un mismo mecanismo que tiene como objetivo la desaparición de los y las indeseables, aquellas personas que un sistema cada vez más perverso considera descartables, sobrantes o malditas. Se trata de una propuesta que lamentablemente va en aumento, tiene consenso y diversas expresiones (organizaciones, campañas, grupos, partidos políticos, aparatos de propaganda corporativos, mandatarios, programas de gobierno, etc.) que van en contra de toda la humanidad.

Para aterrizar en nuestra realidad, habrá que coincidir que las estrategias mediáticas y acciones parecen estar copiadas en ambos casos de un manual, según avanza el tiempo la crisis sanitaria y económica, esfuma las pretensiones de Juntos de ganar votos; queda para el análisis cuál de las acciones del gobierno de facto encenderá la chispa de la rebelión boliviana.

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