La friolera de 2400 millones de dólares

Puede un ciudadano de a pie imaginarse lo que son 2400 millones de dólares? Cifra estratosférica que ni la más febril imaginación podría gastar de manera individual. Pues bien, ése es el monto del que ha dispuesto la dictadura de Jeaninne Añez y sus compinches, dizque para combatir la pandemia del coronavirus en Bolivia.

Es una «volada» que lanzan los malignos masistas para hacer política con tan delicado tema? Ha instruido Evo Morales atacar a la honrada presidenta que, entre sollozos y rezos, asegura que sólo quiere el bien de sus conciudadanos (salvo indios y salvaje)? Ojalá fuera eso.

Los montos que han llegado al país por concepto de créditos suman ya 2.377 millones de dólares. Entre los principales financiadores figuran el Banco Mundial, el Fondo Monetario internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo, ademas del Banco Central de Bolivia.

El saldo para llegar a los 2400 millones proviene de diversas donaciones.

Esta enorme cantidad de dinero no es gratuita. El día de mañana, el pueblo de Bolivia deberá pagar esos créditos y, si continúa la derecha en el gobierno, tendrá que hacerlo aceptando las condiciones de los prestamistas, devaluaciones y paquetazos incluidas. Esa es la agenda neoliberal que nos ofrecen.
Pero, qué ha hecho el gobierno «transitorio» con esos recursos? Pocos lo saben. Lo cierto es que, por ética al menos, estaba obligado a informar a la ciudadanía de un presupuesto de emergencia para combatir la pandemia.

Qué más debía haber hecho? Convocar a todas las autoridades subnacionales (gobernadores y alcaldes, principalmente) para concertar un presupuesto acorde a la gravedad del impacto de la pandemia por región y municipio. Llamar a todos los movimientos y organizaciones sociales con el mismo propósito. Ello hubiera permitido la conformación de un Comité Nacional de Lucha contra el Covid 19, con amplia participación popular. Pero, sobre todo, con la movilización ciudadana que habría asumido sus respectivas responsabilidades.

Por el contrario, la dictadura optó por decir que estamos en guerra y en tiempos como éste, la ciudadanía debe callar y obedecer y el que no lo haga será acusado de sedición y amenazado con cárcel y otras penas mayores.

Así les va. Los casos de contagio y las víctimas fatales se incrementan, el pueblo es reacio a acatar sus disposiciones y la desesperación crece.

Ojalá que la presión social tenga salida con las elecciones de septiembre. De lo contrario, los conflictos y la confrontación volverán a teñir de luto al país entero que ya no aguanta mucho.

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