Los “motines” son ladrones de gallinas
En la céntrica plaza de San Pedro, en la ciudad de La Paz, se encuentra el Panóptico Nacional de la sede de gobierno. Construido en la primera mitad del siglo XIX, se estrenó como centro penitenciario en 1850, inspirado en la idea arquitectónica de una cárcel con múltiples pabellones que podían ser vigilados desde una torre en elevación; ésa era la moda europea de entonces. Inicialmente fue edificada para albergar a no más de doscientos presos; pero la mal llamada Justicia se ocupó de llenarla con miles.
Actualmente, la famosa cárcel de San Pedro es una verdadera ciudadela con muros. Allí se hacinan los castigados de la Justicia; un reporte del 2012, por ejemplo, destaca que la población carcelaria nacional bordeaba las quince mil almas. De ella, apenas dos mil tenían su caso resuelto, es decir, contaban con una sentencia ejecutoriada; en tanto que cerca de 13 mil estaban alojados bajo la condición de prisión preventiva, a la espera de un fallo judicial. En la actualidad, ese panorama sombrío no ha cambiado para nada.
El hacinamiento es uno de sus principales problemas; las celdas se comparten más allá de lo imaginable en tan pequeños espacios. Como en todo lado, no todos tienen la misma suerte; están los presos de lujo, aquellos en su mayoría vinculados a delitos de narcotráfico, que cuentan con los suficientes recursos como para comprarse una celda con baño privado, televisión por cable, cocina y otras ventajas que compran a las autoridades venales que están encargadas del Penal.
Esa población hacinada es altamente vulnerable a las epidemias. Precisamente por ello, diversas entidades privadas y personas individuales, se dieron a la tarea de juntar donaciones de material sanitario, con fines fundamentalmente preventivos, pues una muchedumbre sin protección podría convertirse en el foco de una generalizada propagación del Covid 19 en la sede de gobierno. Llegaron los cajones de barbijos, de jabones y jaboncillos, guantes de protección, además de alimentos y vituallas de todo tipo.
Hace unas horas, los vecinos que casualmente transitaban por la plaza de San Pedro, se sorprendieron al ver que policías sacaban las cajas con el material donado. Cuando los transeúntes preguntaron por qué se quitaba de esos elementos a la población carcelaria, el nerviosismo de los “motines” fue evidente. Respuestas vagas, hasta que alguno atinó a informar que “adentro ya no hay campo”. Una rápida indagación con algunos presos que pudieron contactarse con el exterior, da cuenta que ese material profiláctico ha sido escasamente repartido y, en muchos casos, vendido por los propios “motines” encargados de la custodia de los presos, en connivencia con las autoridades del Penal, que no sólo hacen de la vista gorda, sino que comparten las pingües ganancias que les genera esa venta dolosa.
¿Qué puede esperarse de una Policía corrupta que, en vez de defender el orden constitucional al que está obligada, se dedicó a chantajear al gobierno de Evo Morales, condicionando su lealtad al pago de jubilaciones con 100% de sus haberes mensuales? Nada. Simples mercenarios de uniforme, se volcaron a favor del golpe de Estado de los Añez, Camacho y Mesa, engatusados por las promesas del actual ministro de Gobierno, Arturo Murillo, que les aseguró atención a sus prebendas. Después del golpe, si te he visto no me acuerdo, el bocón del ministro desconoció compromisos adquiridos de palabra y dijo muy suelto de cuerpo que no había plata para cumplir aquellas ilegítimas demandas. Eso sí, se comprometió a devolver la administración de la venta de cédulas de identidad, una verdadera mina de oro y de corrupción que es parte de la cueva de Alí Baba.
Seguramente, para compensar la saña con que los uniformados “motines” reprimen las justas protestas populares, el gobierno de Añez les ha autorizado hacer uso indebido de las donaciones que, de buena fe, hicieron muchos para que la población que vegeta esperando justicia, al menos no padeciera un masivo contagio de la pandemia. Pero, ¿a quién le importa? Si la familia de la presidenta de facto y sus compinches se hacen de millones de dólares negociando la salud y la vida de la gente, no debe tener nada de malo que se mueran unos cuantos miles de indefensos acusados.
Alerta, “motines”, que el 6 de septiembre está cerca…
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