Recuperar la democracia, consigna del pueblo

La desesperación en la lucha por el poder hace aguas en la derecha boliviana, de ahí que los resultados de las encuestas del fin de semana modificaron el tablero y obligaron a la entonces candidata, hoy presidenta de facto, a bajarse de su candidatura y convocar a la unidad para ganarle al MAS.

Desmenuzando el discursito que se lanzó en esa oportunidad, no es que Añez se baje porque ‘ama la democracia’, o no quiere el retorno del MAS, sino que primero, por fin se dio cuenta hasta dónde llegó el fracaso de su gestión que no pudo disimular porque ya hace más de tres meses le dijeron que, no solo renuncie a su candidatura sino que cumpla su mandato transitorio y no se dedique a seguir robando al pueblo.

Segundo, no menciona a quien se debe apoyar aun sabiendo que el más próximo a Luis Arce sea Carlos Mesa, aunque éste ha señalado que no busca alianzas, pero que podría negociar. Por ende, si no lo menciona es que está ofreciendo la posibilidad que el voto migre a Mesa o Camacho.

Lo que revela el apuro de la renuncia es la pretensión de negociar su impunidad al verse ahogada en graves casos de corrupción y de delitos de lesa humanidad, que comprometen a su gabinete y por ello quiere ganar tiempo para luego, si no gana el candidato de la derecha, huir del país.

Las frustradas elecciones de octubre del año pasado han desnudado las intencionalidades después del golpe de estado de que el gobierno de Añez a como dé lugar se quede en el poder con el respaldo de sus aliados y la ayuda de la embajada de EE.UU y la OEA.

Pero las proyecciones les fallaron y no fue así porque la ambición de los candidatos de la derecha por buscar la silla presidencial, derivó en que cada uno se autoproponga como los “salvadores de la democracia”.

Las expresiones de la clase política actual no muestran una alternativa viable de un proyecto país, su único discurso junto a sus acciones, fue sacar a Evo Morales y al MAS del gobierno; hoy bajo el temor de su retorno al poder, la derecha vuelve a agitar a sus organizaciones políticas y remueve el tablero de sus fichas electorales para ver quién puede ganarle al MAS, tras el sacudón en las encuestas.

Otra vez las proyecciones fallaron porque se escamoteó el triunfo popular de octubre, en una oscura componenda con los viejos núcleos de poder y donde Mesa, Tuto y Camacho se adjudican ser sus autores. Seguramente no es fácil vivir con una realidad que se oculta y se filtra con los sentimientos de una clase que nunca más volverá al gobierno.

Otra vez la sabiduría del pueblo está en juego, el 18 de octubre sabremos quiénes tienen la razón. El imperativo es recuperar el Estado que ha sido desmantelado porque no podemos retornar al Estado deudor hipotecando el futuro de nuestros hijos, de las generaciones futuras, regalando nuestras materias primas como el litio a las empresas transnacionales que solamente nos dejan pobreza y abandono.

Los bolivianos y bolivianas estamos convencidos que solamente con un nuevo gobierno tendremos seguridad para retornar a la vida productiva, se pondrá fin al desempleo, a los despidos, a la falta de atención médica, a la falta de medicamentos, a los negociados y la corrupción.

El escenario boliviano nos desafía doblemente a esa disyuntiva de recuperar el Estado para la diversidad de naciones y pueblos que habitan el territorio boliviano, o por el contrario volver al Estado indigno, mendigo y pobre del siglo XX, donde abundaron los Sánchez de Lozada, Paz Zamora, Tuto Quiroga y Carlos Mesa.

La recuperación de la democracia es la consigna para quienes verdaderamente están convencidos que no se puede transitar entre un gobierno que utiliza la violencia, desmantela el Estado, se envuelve en graves delitos de corrupción y nos conduce a una crisis económica que llevará serias complicaciones.

*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe

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