Una guerra civil que haga inviable Bolivia: la jugada detrás del litio

En apariencia, y hasta con una buena dosis de inocencia en el imaginario colectivo, los bolivianos hemos asumido que estamos a puertas de asistir a una nueva «fiesta» democrática en la que eligiremos a nuestras principales autoridades, quienes se harán cargo de los destinos de nuestra nación.

Pero los acontecimientos previos a la realización de las elecciones van en otra dirección, o en dirección completamente contraria al buen ánimo democrático de los bolivianos, quienes ansiosamente aguardan las elecciones del 18 de octubre para hacer «valer» su voto.

Existen antagónicas acciones al buen ánimo democrático de la población, que están siendo promovidas por el propio gobierno golpista, el cual debería ser el garante del desarrollo del evento electoral, a partir de las declaraciones de la misma presidenta Añez, quien dejó de lado su candidatura debido a las nulas chances democráticas que tuvo para quedarse en el poder; pero ha sido quien también junto a Arturo Murillo al unísono han mandado mensajes de advertencia que: «no permitirán la vuelta de los violentos», y que sentarán la mano a quienes quieran «pasarse de vivos».

Pero además la desafiante declaración de los golpistas de que: «No va entregar el poder al MAS si gana las elecciones», que se dieron después del regreso de Murillo de los EE.UU., donde no sólo se reunió con Almagro, sino con personeros del Departamento de Estado.

Claro que lo más irónico es que quienes advierten que no permitirán que los «violentos» hagan de las suyas, han sido quienes acaban de disponer el gasto de 15.5 millones de dólares en compra de «armas no militares», anunciado por Murillo. Que en relación al presupuesto, del 2019 sobre pasó apenas los 800 mil dólares, supera en casi ¡20 veces más!, y al del 2018, que apenas llegó a los 500 mil dólares en ¡30 veces más!

Si bien es cierto que éste presupuesto figura como partida de «gasto militar», el armamento adquirido es «no militar», lo que abre la sospecha que será destinado para compra de armas, para armar -valga la redundancia- a civiles; o sea para bandas paramilitares armadas, como la Unión Juvenil Cruceñista, la Resistencia Juvenil Kochala, o la Resistencia de La Paz, que actuarán como grupos paramilitares, en una potencial Guerra Civil, tal como ha ocurrido en Libia o en Siria.

Ya lo hizo ayer en Sucre la Resistencia Juvenil Kochala, y que hoy continúan hostigando las instalaciones de la Procuraduría, donde fueron a cometer desmanes contra el edificio de esa institución, exigiendo la renuncia del procurador.

En esa misma linea de actuación, y para tener un chivo expiatorio se ha producido; desde ataques contra casas de campañas del MAS, y sus militantes, hasta auto atentados contra las de Mesa para generar las condiciones de una confrontación civil.

Pero lo que mueve a pensar que la verdadera razón que hay detrás para que una potencial guerra civil estalle en Bolivia es nuestro litio, que a decir del multimillonario Elon Musk del consorcio de Tesla, dio a entender que el GOLPE producido en Bolivia en noviembre del año pasado está vinculado al interés que tienen en el litio, tal como sentenció Musk: «Nosotros golpearemos a quien querramos”.

Y es que esa es la forma en la que los EE.UU., y sus operadores organizan las políticas de apropiación y expoliación de los recursos de otras naciones, a partir de hacerlas, o convertirlas en «inviables» a través de desangrarlas generando guerras civiles internas para apropiarse de sus recursos. Ya ha sucedido el Libia, Iran, Siria, o Venezuela con la que no pudieron hasta ahora, por sus recursos petroleros y gasíferos; y hoy es a Bolivia a la que la tienen en la mira por nuestro litio.

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