La monja

No tiene nada que ver con la película de Corin Hardy, (The Hallow) que la produjo en 2015, acerca de una monja que se suicida en una abadía rumana y que el Vaticano envía a un sacerdote y una novicia a investigar lo sucedido. Es una película del género del terror y sin tratar de incidir en los componentes del film, lo que decimos más adelante probablemente revele lo más terrorífico por alusión a otro personaje parecido en nuestro país.

Sin embargo, podríamos centrar nuestra atención en historias de mujeres que traicionaron a su propia causa desde el proceso de invasión colonial, tal como fue aquella de Doña Marina o “la Malinche”, corriente desde el siglo XIX, que Malinalli traicionó a su pueblo al ponerse de lado de un conquistador extranjero.

El papel de la amante de Cortés, “la malinche”, como intérprete fue a menudo decisivo. En Cholula salvó a los españoles de una muerte segura al revelarles un complot de los indios, que una mujer del lugar le había confesado. En Tenochtitlán hizo posibles las conversaciones entre Moctezuma y Cortés, en las que Marina debía traducir los complicados discursos del español sobre los fundamentos del cristianismo y el vasallaje que los indios debían a Carlos V.

Pero para acercar la historia nos vamos al siglo XX, encontramos otro nombre terrorífico como es Brigitte Mohnhaupt, (1949) descrita como la mujer más malvada y peligrosa de Alemania, miembro prominente de la Facción del Ejército Rojo (también conocida como la pandilla Baader-Meinhof). Brigitte Mohnhaupt estuvo involucrada en la ola de terror en 1977 que se conoció como el ‘Otoño alemán’.

Arrestada en 1982, Mohnhaupt fue condenada a cinco cadenas perpetuas, más 15 años por su participación en nueve de los asesinatos, incluido uno en el que le entregó flores a un banquero antes de dispararle a quemarropa y otro intento de asesinato de un comandante estadounidense y su esposa usando un lanzacohetes. En 2007, a pesar de que nunca expresó remordimiento por sus crímenes ni cooperó con las autoridades, se le otorgó la libertad condicional.

Otras historias en México nos hablaban de la escritora Elena Garro, quien escribía poemas, dice que lo hacía a escondidas, mezcladas las estrofas con pasajes de su vida cotidiana en París. Varias veces arrancó las hojas de la libreta y quemó lo escrito. Otras, la mayoría, las ocultó. Sólo ella, durante mucho tiempo, supo de ellos. En sus líneas secretas hablaba de seres fantásticos, de animales, playas.

El virtual anonimato fue consecuencia de la leyenda negra que se tejió alrededor de Garro, una de las escritoras más polémicas de México. Fue acusada de colaborar con el gobierno de Estados Unidos, de instigar el movimiento estudiantil de 1968 que terminó en la masacre de Tlatelolco. Pero también dijeron que fungió como agente del gobierno para destruir el movimiento.

En el siglo XXI cercanamente a nosotros tenemos en la historia boliviana a otras mujeres que traicionaron a su causa de su propia clase por otros motivos, Savina Cuellar es una de ellas, mujer quechua de Ichupampa, del municipio de Tarabuco, en Chuquisaca, que tras iniciarse en la vida política en el MAS, renuncia a ese partido después de la Asamblea Constituyente y bajo presiones de sectores de la derecha, se aferra a grupos oligárquicos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, que junto a cívicos, inician un plan para dividir el país en 2007 y 2008.

Savina, elegida como prefecta de Chuquisaca en 2008, transitó muy de cerca al Comité Interinstitucional, organización vinculada a grupos radicales de la llamada “media luna”, quienes llevaron adelante las tomas cívico-prefecturales con el fin de derrocar a Evo Morales.

Ese mismo año después de los sucesos humillantes a campesinos en plena plaza de Sucre, Savina nunca se pronunció por la vejación a sus “hermanos” y en el juicio de los hechos del 24 de mayo de 2008, jamás defendió a quienes nacieron junto a ella, es más, aceptó las órdenes de las mujeres más encopetadas y perfumadas de Santa Cruz en los banquetes a los que asistía semanalmente como autoridad chuquisaqueña.

Lo trágico vendría más tarde y si esa historia se asemeja al film que hacíamos alusión al empezar esta nota, no es una casualidad, porque podemos creer en los desvaríos ideológicos que sufren a muchos que transitan la vida política, pero suponer de quien dice defender los derechos de las personas, de los que sufrieron los peores vejámenes y la tortura como se vieron en los años de las dictaduras de los setenta y ochenta, eso ya no nos parece nada comprensible.

La siguiente historia nos delata componentes de racismo colonial, tal cual como se vivió en la Asamblea Constituyente, y es tan similar la historia de una ex monja, quien como dice alguien, “está enferma de odio contra todo lo que en su criterio es “paganismo” y “creencias ateas”.

Que se puede esperar de alguien que en sus rictus habituales destila lo más rancio del alma de los invasores como Pizarro y Almagro y alaba como sagrado lo que viene de su país tan propio del dictador el Gral. Francisco Franco, a la cual ella apoyó y, es más, la compartió como forma de “disciplina y respeto a Dios”.

Hoy podemos confirmar que no es la primera católica que en nombre de la religión apoya y justifica los peores actos de violencia, recordemos a los curas de su natal España que en la guerra civil en ese país terminaron fusilando a los “comunistas”.

La peor expresión de horror con tinte terrorífico es que, en adhesión al show teatral que hiciera la ex monja al respaldar y pedir libertad de una autonombrada presidenta en una cárcel de La Paz, es que también dé su respaldo a los feroces y hambrientos de violencia callejera como son la RJC, grupo paramilitar con quien la ex monja mantuvo ardientes reuniones.

De esa estirpe, al pasar de los años, existe un defensor de la causa de la ex monja, será por su pasado de ex cura, pero llama la atención que, aun ni conociendo la historia, por sus retratos en sus libros de “Recuperando la Memoria”, olvide que la ex monja ahora, encabece la defensa de una autoproclamada presidenta que mandó con decreto a que se asesinen a 38 personas, y al igual que la ex monja también se sirve en defender a un gobierno que pisoteó los DD.HH.

Otro dato, que pasa siendo anecdótico y nos llama a la risa, es aquella postulación que hiciera el falso CONADE a la ex monja, al premio Nobel de La Paz, los promotores como Manuel Morales, Waldo Albarracín, ex defensor del pueblo, no recibieron como era de esperar, el respaldo de ninguna organización afín, ni del mundo “pitita”, seguramente por los antecedentes que se conoce hasta ahora de la ex monja.

A estas alturas es incomprensible a los ojos, el sentir y palpitar de todos los que trabajan en la defensa de los derechos humanos, el rol que asume una persona que juro, como primera autoridad, respetar esos derechos, se olvidó lo ocurrido el 2019, ¿Dónde estaba la ex monja durante las Masacres sangrientas de Sacaba y Senkata?

¿Qué podrían decirnos los que asumieron como portadores de la defensa de la vida, de los derechos de los más humildes como fueron el P. Julio Tumiri, Mauricio Lefebvre, Luis Espinal, Federico Aguiló y Gregorio Iriarte fundadores de la APDHB, que desde sus plenas convicciones arriesgaron su propio pellejo, sobretodo Luis Espinal asumiendo el martirio hasta ser torturado y asesinado el 22 de marzo de 1980, de la actitud indolente y traidora de una “presidente” de la APDHB?

Lucho Espinal nos mostró con su ejemplo y su inmolación, que primero estuvo el pueblo humilde, asumió y se identificó con la opción preferencial por los pobres, sin que proceda una orden de la iglesia-institución. Lucho Espinal, no solo la volvería a llamar a la ex monja por su actitud farisaica como ‘sepulcro blanqueado’, ‘hipócrita o raza de víbora’, sino la escupiría en la cara por su abierta traición a sus “hermanos” indefensos de 2019, con los que jamás se identificó.

*L. Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe

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