La campaña del desierto

El contexto internacional está demostrando la importancia de la presencia y acción política de las naciones originarias, Perú, Chile, Ecuador, Guatemala, Colombia y Argentina son los escenarios de resistencia, propuesta y gobierno de estas naciones.

Contrariamente en Bolivia, que es el punto obligado de referencia respecto al sujeto histórico indígena originario, no solamente se abandonó los principios y valores del Suma Qamaña, sino que se ha mantenido, sistemáticamente una campaña de desprestigio a uno de sus máximos exponentes como es el Vicepresidente David Choquehuanca.

Para nadie es desconocida la posición crítica que Choquehuanca ha tenido y tiene, respecto a un marxismo dogmático, es esta una de las razones principales para esta campaña, desleal y negadora del origen mismo del Instrumento Político.

Hace muchos años atrás, destacamos la coherencia entre el hacer y el decir de Choquehuanca, en un artículo titulado “el cavado de papas”, otros sucesos como el de aceptar ser Vicepresidente pese a su designación como candidato a la presidencia, nos demuestran esa cualidad de compromiso y coherencia, con una lucha milenaria de los pueblos originarios.

El marxismo dogmático no termina de entender la diferencia entre un proceso histórico (occidental) y otro, producto de una ruptura civilizatoria y donde el devenir de la vida (historia) no es lineal, como sostiene el marxismo dogmático, sino que tiene una forma de espiral, que caracteriza a los pueblos andinos, que desarrollaron otras epistemologías, otros valores, ha configurado este escenario de inútil conflicto al interior del MAS.

Una clase media, que en los buenos tiempos universitarios ha conocido y practicado el marxismo como guía para entender la realidad boliviana, tuvo en el proletariado minero ese sujeto histórico planteado por Marx en el Manifiesto Comunista.

Pero el proceso boliviano ha cambiado, la recuperación de la memoria histórica, ha generado otro sujeto histórico hegemónico; un pensamiento verazmente dialéctico tiene que situarse en esas coordenadas. Uno de los pocos marxistas, que comprendió muy bien el proceso boliviano, luego del DS 21060, fue Antonio Peredo, quién a fines de la década de los 80 del siglo pasado sostenía que había que dejar a los pueblos originarios que desarrollen su propio pensamiento y acción política.

Analizado en este contexto, la campaña contra David Choquehuanca, es una campaña contra el pensamiento y presencia política de las naciones originarias, los marxistas ortodoxos están logrando “tensiones destructivas” contrariamente a lo que planteaba Álvaro García Linera, respecto a las “tensiones creativas”.

El tema no es personal, no es David Choquehuanca, ese pensamiento del individuo como hacedor de la historia es tan occidental y liberal, que resulta ser curioso cuando lo emplea gente de “izquierda”. Desde Willkapampa, hasta Huayllani y Senkata, es el colectivo de ayllus y comunidades quienes son protagonistas de la reivindicación originaria como actores políticos y constructores de otro Estado y con Choquehuanca o sin él esta lucha continuará, ya van más de 500 años en este propósito.

La izquierda ortodoxa en Bolivia hizo fracasar el primer gobierno de izquierda, por su carencia de conocimiento del proceso histórico boliviano, que no se origina el 9 de abril de 1952, sino entre el 15 y 17 de noviembre de 1532, por eso la izquierda ortodoxa debería recordar las palabras de un marxista revolucionario que decía: “Ningún partido político puede conducir un gran movimiento revolucionario a la victoria si no posee una teoría revolucionaria, un conocimiento de la historia y una comprensión profunda del movimiento práctico” o sea, conocer la realidad concreta, el pensamiento es de Mao Tse Tung, para más datos.

Creemos estéril y ociosa esta campaña que ya lleva buen tiempo en la agenda política de algunos incrustados en el MAS y que para solaz y esparcimiento de la prensa colonial, se va agudizando y llevando agua al molino de quienes se encuentran interesados en desgastar al gobierno actual y debilitar al Instrumento Político.

Respecto al título de esta nota, tiene como referencia la Guerra del desierto (1878 – 1885) en la Argentina, donde hoy el pueblo Mapuche demuestra que no fue vencido.

*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino

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