El Silala y el canto de la Pachamama

Hemos comprobado en la ronda de alegados en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, hasta dónde la política chilena atraviesa muchos problemas internos en su afán de imponer su política respecto de las aguas del Silala y no ha encontrado mejor remedio a su situación que renovar su vieja política anti-boliviana, pese a los grandes avances que tuvimos con Michelle Bachelet en su primer gobierno, recordemos la agenda de 13 puntos que ella misma la frenó.

¿Habrá buena voluntad en las intenciones de su nuevo gobierno respecto al tema? Re-construir un marco de relaciones aún con las diferencias históricas de una determinada época, solamente se logra con la voluntad de ambas partes.

Lo que sí conocemos por la historia es que se logró avanzar durante el gobierno de Salvador Allende, por su carácter humanista y decididamente socialista, y seguimos caminando en ese sentido después de la noche pinochetista con Lagos, luego la señora Bachelet y posteriormente con Piñera.

Ahora está Gabriel Boric en la conducción del estado chileno, pero no es para alegrarse porque estamos viendo que su política estatal, tanto en el tema marítimo como ahora del Silala, no cambia ni un milímetro.

Lamentablemente los tiempos políticos son otros, la vieja geopolítica de la dictadura de Pinochet ha cobrado vigencia y eso lo hemos comprobado con la política de Piñera, quien arremetió duramente con nuestro pueblo al presentar la demanda por las aguas del Silala.

Las aguas del manantial Silala, fueron dadas en una concesión a los antiguos ferrocarriles que funcionaban a vapor, de esas épocas datan las acciones de apoyo entre miradas de complementariedad sobre todo comercial, pero luego se pasó a un manejo empresarial, cuestionado hoy por parte del pueblo chileno.

Ha sido el Estado Plurinacional de Bolivia que ha planteado al mundo la necesidad de considerar al agua como derecho humano, como un bien universal y en ese contexto es que ha planteado alternativas a este uso que realiza el pueblo chileno de las aguas del manantial del Silala.

Es para muchos un importante avance lo que plantea nuestro país, por cuanto en su tercera contrademanda planteada ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, propuso una compensación. En ese petitorio tercero está reflejado de que el diálogo y la negociación es una alternativa para resolver lo que queda aún de la disputa, fundamentalmente, en lo relativo a que si Chile pretende que se mantenga la canalización en nuestro territorio, obviamente tenemos que alcanzar un acuerdo, que ayude a mitigar los perjuicios en Bolivia y que Bolivia también tenga una compensación por el flujo mejorado colocado en su territorio.

La tarea de los políticos, jueces y tribunos terminará cuando especialistas en materia hídrica den su veredicto, que no puede ser otro que un manantial, tan simple como observar la luna.

Utilizar un tema que puede afectar a parte de la población chilena por intereses estrictamente político partidarios tiene sus consecuencias, los que sueñan con sacar ventaja de esta situación verán los resultados en los procesos electorales.

No cabe duda que en Chile se dilucida un proceso de hegemonía, el viejo Estado se enfrenta a muchas propuestas nuevas, entre ellas, la del pueblo Mapuche que desde antiguo pide derechos en un Estado que se considera sin pueblos originarios.

Este es todo un problema en el tema de derechos humanos y derechos de los pueblos originarios, tratar de ocultar, en especial este problema, tratando de identificar a los bolivianos como el común enemigo chileno, ya no es viable en estos tiempos.

El protagonismo y sostén del proceso boliviano lo constituyen los pueblos originarios, solidarios acompañantes de la lucha de los hermanos Mapuches, éste es en realidad el telón de fondo de los desvaríos de diversos actores políticos chilenos.

Ojala los que se dicen militantes socialistas repasen los principios ideológicos que forman de este pensamiento impulsado en el siglo XX y no se detengan en posiciones políticas del siglo XIX, esto no dice bien de un país considerado hermano por compartir de una misma Pachamama, cuyas lágrimas brotan de la tierra de Quetena, en el histórico manantial del Silala para pedir que lleguen al mar.

Este Canto a la Pachamama que rebrota con mayor fuerza en La Haya, es también una evocación necesaria a un compañero y hermano, Coco Manto, que con su pluma firme y su plena convicción, impulsó nuestra legítima demanda marítima, y también exigió y desafió a Chile el de respetar nuestra soberanía por las aguas del Silala.

*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino

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