De periodistas que padecen de ‘coprofilia’ y otros ‘pecados’

El Papa Francisco recientemente en una carta al periodista argentino Gustavo Sylvestre, señaló que los periodistas incurren en cuatro “pecados”; entre ellos, la “coprofilia”. Según la Real Academia de la Lengua Española, coprofilia se define como “atracción fetichista por los excrementos”.

El Papa añadió que “siempre en esas informaciones se encuentran algunos de los pecados en los que suelen caer los periodistas: desinformación, calumnias, difamación, coprofilia. Y, según me dicen, a algunos autores de artículos les pagan para esto. ¡Triste! Una vocación tan noble como la de comunicar ensuciada de esta manera”, dice parte de la carta que mandó Francisco a Sylvestre.

La polémica afirmación de Bergoglio surgió a raíz de cuestionamientos a sus pronunciamientos en torno al conflicto armado entre Rusia y Ucrania, principalmente en una publicación en su cuenta de Twitter, en la que el Sumo Pontífice evita aludir al presidente ruso, Vladimir Putin.

Coprofilia fue la palabra que eligió el papa Francisco para describir uno de los cuatro pecados en los que, a su juicio, suelen caer los medios de comunicación, pero sobre todo periodistas, agregó el diario digital.

Hoy no solo asistimos a una extrema ideologización y parcialidad en la cobertura de los sucesos en Bolivia y en el mundo, sino que las mentiras y la manipulación del imaginario colectivo se ven potenciados en las redes sociales y llevan a la hipertrofia de una masa informativa fuera de todo control y verificación.

Hoy el problema de la información es grande. La prensa poderosa que viene desde el pasado respaldada por los empresarios y corporaciones financieras pretende aun monopolizar el pensamiento. Y sobrevive no por sus virtudes, sino más bien por sus defectos: los que produce depender del capital que la alimenta.

Una de las formas por las que pretenden controlar es el manejo “informativo” desde sus periodistas o conductores de revistas, lo tenemos ahí cerca, muy querido y arropado por los sectores urbanos del ‘mundo pitita’, sobre todo, por su “encanto” en manifestar por las mañanas, sus mejores “parabienes” a sus oyentes muy queridos.

Es el periodista que en su ritmo cotidiano de lo que él llama “información”, intenta seducirnos para que nos prendamos de la radio de su “agenda de temas”, convocando además, hasta sus variados “caseritos”, para que en su cínicas posturas, éstos, intenten convencernos de toda su variada temática como si toda ella, fuera “palabra de Dios”.

Es ese periodista que en su mágica manera de sobrar a la audiencia, utiliza la frase ya como muletilla “nos ha llamado la atención” o “nos han dicho…”, frase repetida casi todos los días, con insistencia para entrar en los temas de “su” agenda que, para éste, es la única y la más importante del día, además, es tan diestro que a sus entrevistados les pone las palabras para que contesten las preguntas intencionadas con solo afirmar o remarcarlas.

Es ese periodista que no encuentra otra fuente de información sino la suya cuando entra al conflicto Rusia y Ucrania, y se da todo el tiempo del mundo para convencernos que él tiene toda la razón, con toda su maligna parafernalia desarrollada en su programa como si los receptores del mensaje fuéramos unos imbéciles o niñitos de ocho años.

El problema de este tipo de periodistas no es singular, se ha extendido a otros que tratan de copiar lo que hacen los grandes medios corporativos, que en vez de ser plurales en los enfoques, se ven absorbidos por un pensamiento único que archiva la ética periodística, que no conoce de equilibrio informativo, porque siempre está favoreciendo a los que ya conocemos.

Esa es la enfermedad de la que hablaba el Papa Francisco y bien acomodada al perfil del periodista estrella de esa radio, como de Hollywood y toda la estrategia comunicacional que consumimos a diario como “información” de ese señor y que ha anestesiado a una gran cantidad de oyentes con noticias manipuladas, convirtiendo a la audiencia en acríticas máquinas tragadoras de todo lo que quiere embaucarnos.

La coprofilia bien caracterizada por Francisco retrata a ese periodista, como ejemplo para nosotros, pero seguramente usted amigo lector tiene a otra larga lista de periodistas que, como ése, archivó la ética y ahora contagia su enfermedad a otros como una pandemia tan igual o peor que la Covid – 19.

*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe

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