Política líquida

El deterioro del campo político, está confrontando la relación entre sociedad y Estado. La falta de credibilidad en las instituciones estatales y democráticas es el abono para que ideas ácratas cobren vigencia y sobre todo se convierta en atractivo para la juventud.

Este deterioro, tiene sus orígenes en el desmantelamiento de los partidos políticos como “mediadores entre el Estado y la Sociedad”, dicho desde un punto de vista muy general. Los partidos políticos (PP) en Bolivia y en gran parte de América Latina, han perdido muchas de sus características que les permitieron cruzar la frontera del medio siglo de vida, como es el caso del APRA peruano, el MNR boliviano o el PRI mexicano. A lo largo de su existencia estos partidos, con una larga trayectoria de vida han experimentado cambios, desde posiciones nacionalista hasta terminar en el neoliberalismo. Estos giros ideológicos han tenido, como correlato, también una concentración del poder partidario en una persona con lo cual se desestructuró su organización interna, los militantes se convirtieron en “clientes” y los “jefes” en dueños, en Bolivia el ejemplo clásico fue Max Fernández y su partido UCS.

Lo importante es señalar el giro ideológico que devino en vació ideológico “ni izquierda ni derecha, ni capitalismo ni socialismo” se decía para justificar estos vaciamientos de teoría política en los PP, las experiencias con ribetes surrealistas ocurrieron con los PP de CONDEPA, UCS y ADN, que no pudieron sobrevivir a la muerte material de sus fundadores/propietarios.

Actualmente en Bolivia, no existe PP con claridad en su posicionamiento teórico-ideológico, pero se mantienen experimentos de “jefes propietarios” como en el caso de Samuel Doria Medina que fundó Unidad Nacional, sigla con la que trató de ocupar un lugar en la política boliviana, que por supuesto fue un fracaso y terminó como uno de los socios del golpe de Estado del 2019 y un efímero candidato vicepresidencial de la misma Jeanine Añez.

EL MAS ORGANIZACIÓN POLÍTICA DEL SIGLO XXI

El nacimiento del Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP) tiene una larga gestación, paralela a la historia de las luchas de las naciones originarias. Es a partir de 1992, como parte del debate de los 500 años que se va concretando la organización en el seno del movimiento de pueblos originarios; la confrontación ideológica al interior de la CSUTCB, entre el Movimiento Campesino de Bases (MCB) el katarismo y la socialdemocracia (MIR-MBL) afirmó el tema de la identidad cultural como naciones en resistencia frente a un Estado colonial.

Desde los años 60 del siglo pasado, hubo muchas experiencias de formar PP “indianistas” pero alejadas de las luchas concretas de las naciones originarias; ahora, es innegable la herencia recibida de esos intentos, sobre todo en el plano ideológico cuya figura central es Fausto Reinaga.

El neoliberalismo y la despolitización de la sociedad, también logró desarticular las organizaciones políticas de la izquierda cuyo centro de acción era el sindicalismo minero. Las pocas corrientes de izquierda, consecuentes con su pensamiento se plegaron al MAS, dando el salto cualitativo de unidad que antes nunca lo pudieron concretar; debemos recordar, por ejemplo en los años 70 – 80 la existencia de la Unidad Democrática Popular (UDP) y por otra parte el Frente de Izquierda Revolucionario (FRI).

Al interior del MAS actual encontramos a militantes, socialistas, comunistas, marxistas leninistas, maoístas, incluso trostkistas y por supuesto socialdemócratas desprendidos de lo que se denominó “la izquierda nacional”.

Siendo el IPSP-MAS una organización madurada y criada en las organizaciones de pueblos originarios, es también el “voto duro” que en cálculos mesurados corresponde al 30% del universo de votos a nivel nacional, es el muro de contención que impide la victoria de todos los intentos de la derecha boliviana por ganar elecciones democráticas; el ejemplo más evidente son las elecciones del año 2020, que destruyó todos los discursos del fin de ciclo del MAS.

Es evidente que el único PP con organización territorial, con una estructura definida y con una gestión de gobierno exitosa es el IPSP-MAS, podemos decir que el sujeto campesino-indígena, derrotó al neoliberalismo en su intención de imponer el pensamiento único, que en Bolivia se presentaba como la “democracia pactada”.

UNA RECONSTRUCCION CON DIFICULTADES

El golpe del año 2019, tenía como objetivo central desplazar la figura de Evo Morales del campo político, luego de un largo proceso para desprestigiar la persona de Evo Morales, con un rol muy definido de varios medios de comunicación social, y comprobando ese voto duro del IPSP-MAS, los sectores desplazados del poder político y económico no dudaron en llevar adelante la aventura golpista, ya diseñada desde los años 2006-2008.

Claramente sectores de la clase media, muy proclive a la influencia de los discursos religiosos, morales y de los usos y costumbres de una sociedad “civilizada” (o mejor occidentalizada) se alejó del MAS y se puso en la línea más extrema de la derecha política.

La desordenada y debilitada oposición actual, especialmente en la Asamblea Legislativa Plurinacional, tiene como único objetivo obstaculizar la gestión de gobierno, continuar con el desprestigio de Evo Morales y generar escandalosas sesiones parlamentarias para tener presencia mediática y de esta manera amplificar este objetivo.

Bolivia se encuentra ante el desafió de reconstruir el proceso de cambio, truncado por el golpe y las malas políticas respecto a la pandemia del covid, y consolidar el instrumento político, sobre todo en ciudades importantes con población urbana; por otra parte, superar las conspiraciones internas y externas que buscan enfrentamientos y fracturas.

La reconstrucción económica y política no es una tarea fácil debido a que gran parte de la maquinaria golpista se encuentra intacta, además controlando gobiernos departamentales y locales; por otra parte ese factor gravitante que son los medios de comunicación, constituyen otro frente de cuidado, muy vinculado a la geopolítica de la comunicación, dominada por las multinacionales de la comunicación como CNN. La fuerza para está reconstrucción tiene un gran apoyo, que son los protagonismos populares en Perú, Chile, Colombia y prontamente Brasil. La política puede devenir líquida, pero la solidez del pueblo es eterna.

Antonio Abal O.

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