El Pitismo que languidece

Una vez más hemos sido testigos de la dramatización agitada por esa casta colonial y racista, que vuelve a las calles a “patalear” por haber perdido gran parte de sus “mercedes, sus encomiendas, sus pongos y sus negocios” con el dinero del Estado, y lo que más hiere a su sangre azul, es el olor a tierra, el olor a coca, que circula en todas partes.

Esa nueva extirpe, que se articuló después del 21 de febrero de 2016, ha servido para que en clara componenda con grupos fascistas del oriente, como la unión juvenil cruceñista, enuncie una serie de acciones proclives de apoyo al gobernador ahora en prisión Luis Fernando Camacho por delitos de sedición y terrorismo.

En mi paseo por el prado cochabambino observe la marcha de los ‘pititas’ y plataformas que se habían convocado a pedido de la dirigencia cívica cruceña, era prácticamente la misma que conocíamos hace 3 años y su gente con las mismas expresiones racistas, cargadas de odio, vitoreaban consignas contra el gobierno actual.

Su táctica, por la ignorancia a crear canciones, es apropiarse de slogans o estribillos que los cantábamos en los años setenta y ochenta, de igual manera ocurre con la apropiación de nuestras canciones sociales o de protesta.

Me llevaba a la risa escuchar a los pitas “El pueblo unido jamás será vencido” o repetir como dueños del estribillo alteño: “El Alto de pie nunca de rodillas”, claro que alterando la letra: “Cochabamba de pie, nunca de rodillas…”

También me llamó la atención escuchar, la arenga cansona de “libertad”, “democracia”, “dictadura” y “derechos humanos”. Son éstos que ahora se anotan como grandes pregoneros de “la democracia”, sin embargo nunca se los vio en las luchas por la recuperación de la democracia, lideran en calles y avenidas exponiendo a vista de todos, -en el caso de Cochabamba- sus motocicletas, bendecidas por los curas de la Recoleta y de Cala Cala.

Muchos de ellos salen de familias adineradas, esos hijitos de papá, dicen tener actividades planificadas, pretextando “reforestar” el Parque Tunari en Cochabamba, pero en los días de los incendios en la Chiquitania en 2019, se los vio en sus motos acarreando combustible, siguiendo la línea de quienes cometieron una serie de delitos al medio ambiente, dejando atrás su mentado anuncio de proteger y “cuidar” a la naturaleza.

Estos nuevos paramilitares, muy citadinos, con la ayuda de sus medios, la Iglesia Católica jerárquica y otros, hoy se reclaman de abanderados de la democracia. Estas agrupaciones nos recuerdan al tiempo de la conspiración abierta de los años 2007, 2008, que trataron de partir el país.

Vienen de esa vertiente radical que nació en Santa Cruz con el Comité Cívico Pro Santa Cruz y su ala dura, la Unión Juvenil Cruceñista, ligadas a las logias cruceñas, empresariales y políticas de ultraderecha con el respaldo, en algún momento, de la misma Embajada estadounidense.

La excusa hoy lleva el nombre de Camacho; el pasado fue el Censo; después será el padrón electoral y seguramente insistirán con el federalismo. El resultado sigue siendo el mismo: violencia racista, quema de instituciones públicas, ataque a las economías de los sectores populares, resguardo de las empresas privadas y otros.

Faltaría que los ‘camachistas’, como los bolsonaristas, convoquen a la intervención militar con la ayuda de las logias fascistas. De ahí que esa convocatoria del Comité Cívico cruceño a la masonería no fue nada casual y si vienen de éstos es pues muy peligroso.

Aunque traten de negar muchos de sus activistas dicen que su acción política está al margen de los políticos que buscan reflotar en el futuro escenario electoral. Estos grupos muestran una actitud pacífica en su discurso, pero sus acciones violentas, como en los días del golpe, y estos días, evidenciaron lo contrario, ya que demostraron, discriminación, odio y racismo a mujeres de pollera.

Lo que está claro es que son expresiones con el mismo tinte que nos recuerda la historia, aquellas jornadas de los estatutos autonómicos en las regiones del oriente del país el año 2008, en sus acciones del golpe de 2019, en octubre y noviembre de 2022 por el Censo y recientemente los hechos de fines de diciembre de 2022 con fuerte dosis de racismo en sus manifestaciones callejeras que ya han particularizado en movimientos similares a las guarimbas de Venezuela que trataron mediante la violencia, hacer arder ese pueblo.

La demostración consecutiva de acciones que no tuvieron resultado nos lleva a concluir que esos movimientos con componentes fascistas, ingresan a su etapa de languidecimiento, de pérdida de credibilidad porque no construyen democracia y será la misma sociedad que exigirá que se aplique el rigor de las leyes y normas jurídicas, así como el GIEI (Grupo interdisciplinario de expertos independientes) ya ha pedido a los grupos como la UJC, RJK y otros y su desarticulación porque trasgredieron los derechos humanos atentaron contra la vida.

*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe

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