La historia, esa enemiga

El 21 de julio de 1946, Gualberto Villarroel no fue muerto, peor ahorcado, es mentira que Banzer encabezó un golpe de Estado en agosto de 1971, García Meza, le pidió cordialmente a su prima que le deje gobernar, Túpac Katari no existió y la masacre de San Juan es un invento comunista, etc. y etc….

Esa es la versión de la historia que quieren contar las elites coloniales y racistas, con la eficiente colaboración, como siempre, del POR-MASAS incrustado en el magisterio nacional.

No es una novedad que los descendientes de los barcos de 1492, de los fugados después de la segunda guerra mundial y los migrantes de la guerra de los Balcanes, pretendan cambiar la historia, que nieguen la historia, no les gusta que la memoria colectiva les recuerde lo que hicieron y lo que hacen.

Quieren una historia a su medida, quieren imponer como verdad que vinieron a “civilizarnos” que son el “motor” económico del país, y para eso tienen la protección de la biblia (y sus administradores) como en 1492. Decimos la biblia y no Dios, porque les interesa más el símbolo que el verdadero contenido liberador que encierra la historia del pueblo judío (porque eso es la biblia).

En noviembre del año 2019 un comandante militar le pide la renuncia al presidente, este hecho innegable ha sido la constante de los golpes de Estado en Bolivia, que luego funcione el Parlamento no cambia en nada la ruptura constitucional, ya que en 1979 el sangriento golpe de Natusch también permitió el funcionamiento del Parlamento y al mismo tiempo ocurrió la Masacre de Todos Santos.

La historia y sus hechos materiales, nos interpelan acerca de nuestra responsabilidad en ella, dejamos que en 1828 los intereses de la oligarquía regional dieran el primer golpe de Estado en Bolivia, desde esa fecha, el poder fáctico de los dueños de minas y haciendas dictaba las leyes para su beneficio, las espaldas de quechuas, aymaras, guaraníes, moxeños y demás naciones, soportaban los cimientos endebles de un Estado colonial en los hechos e independiente en los papeles.

En los hechos de abril de 1828, debemos destacar que fue la guardia presidencial la que inició el golpe de Estado, así, desde muy temprano; las FFAA han estado al lado del poder económico y no del resguardo del Estado y del pueblo.

En los tiempos que corren, cuando la democracia liberal está demostrando sus límites, a nivel mundial y con mayor intensidad en nuestro continente, la historia de nuestra formación social y sus contradicciones, deben ser revisadas con profundidad, no con una visión epidérmica, que cuestione un hecho concreto, como es el discurso de “hubo fraude”, implantada por un historiador colonialista, negando los propios hechos históricos que le dejaron en herencia sus padres, este personaje pretende olvidar que la historia no son hechos aislados, sino que sus conexiones superan barreras de tiempo lugar y espacio.

Noviembre del 2019 no se puede explicar sin recordar el abril de 1828, porque ahí encontramos la “tradición” de las FFAA y su naturalización histórica. En los textos de historia no se explican las causas de los golpes de Estado, sus promotores y los intereses en juego, simplemente son “transiciones de gobiernos civiles a gobiernos militares” las masacres nunca fueron juzgadas, los autores gozaron de la impunidad que consolidó su poder.

En buena hora que en los textos escolares se hable de golpes, de la violencia que conlleva y de sus autores, la revolución cultural debe romper con la naturalización del ejercicio violento de la fuerza para proteger privilegios, para mantener el orden colonial.

Estamos en una larga coyuntura constitutiva, donde entran en cuestionamiento todas las instituciones del Estado, todos los valores y tradiciones coloniales, como la burocracia, la corrupción y el camaleonismo ideológico; estamos en tiempos verdaderamente históricos.

*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino

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