Sobre el problema educativo en Bolivia (1)

La reflexión sobre la importante y delicada situación educativa de un país, sus fundamentos teóricos, principios, sistemas de evaluación y demás problemas que emergen en el proceso de su praxis y la función que debe cumplir en el desarrollo de un país, el que a través de los mecanismos pertinentes del gobierno tiene la obligación de indagar las formas en que se lleva a cabo la acción educativa en las escuelas, colegios y universidades porque, como establece el Art. 177 de la Nueva Constitución del  Estado, “ La educación constituye una función suprema y primera responsabilidad financiera del Estado que tiene la obligación indeclinable de sostenerla, garantizarla y gestionarla”.

Todo en razón de que la educación constituye el mayor desafío en la vida de los seres humanos, preocupados por el futuro no en abstracto, sino sustentado en el conocimiento real y objetivo del presente y pasado de los pueblos que permita priorizar el amor como un valor humanista en la búsqueda del ser íntimo de sus pobladores; en el presente caso el ser de los bolivianos en una realidad de compleja diversidad étnica, cultural y lingüística; hecho que exige dar el salto cualitativo de los planteamientos teórico-conceptuales a la práctica, lo que supone que nosotros, en tal condición, nos encontremos ante una cantidad indeterminada de posibilidades, las que para su emergencia y desarrollo requieren del algo consustancial a la especie humana, el conocimiento que, como algo específicamente suyo, constituida en una herencia cultural y ligada indisolublemente al dinamismo y la dependencia general de todas las   cosas y fenómenos que priman este mundo; consecuentemente, a los modos cambiantes de ser y hacer en función de las circunstancias existenciales que tienen que ser necesariamente conocidas.

Debemos recordar que la educación en su sentido más amplio y connotativo no es nada más que una conducción del ser humano no en su dimensión personal, sino colectiva, desde situaciones de inferioridad a otras de superioridad, social e históricamente determinadas; por tanto, una acción que debiera ser, ante todo, contestataria a los retos del tiempo y las posibilidades de realización, porque si no se las toma en cuenta y se deja de asumirlas en el momento preciso en que se dan, para generar el desarrollo o, tal vez, para enfrentar al manejo del poder en contra de las grandes mayorías y en beneficio de las castas privilegiadas, esas posibilidades se habrán perdido simplemente.

Todo lo dicho es suficiente para entender por qué se habla hoy con tanta insistencia de que vivimos la era del saber y en una sociedad del conocimiento, a tal punto que éste constituye el nuevo valor de cambio; por tanto, la acción educativa considerada el eje dinamizador de la cultura requiere ser revolucionaria para contribuir positivamente en la transformación del país desde una perspectiva intercultural, que haga posible la descolonización como mecanismo de liberación, mucho más si se considera que Bolivia vive un Proceso de Cambio, aunque sería mejor reivindicar la Revolución Democrática y Cultural, categorías que hoy por influjo creciente de los mecanismos conservadores y hasta reaccionarios infiltrados en el manejo del poder, hacen que ellas paulatinamente se vayan sepultando.

Apoyado en esos pocos argumentos pero suficientes para cuestionar la educación en el Estado Plurinacional de Bolivia que, a pesar de la reforma educativa en marcha, lamentablemente no ha sido capaz de romper la vieja concepción de que ella es nada más que la suma de asignaturas que se desarrollan para ser memorizadas y aprobadas en los exámenes, a objeto de hacer posible la inserción de hombres y mujeres a una sociedad aparentemente homogénea, negando así, en la práctica, su condición innegablemente heterogénea, que exige ser reconocida más allá  de los planteamientos teóricos o discursos más políticos que educativos; un reto que no se lo asume en su verdadera dimensión porque la praxis del Modelo Educativo Socio-comunitario Productivo no encuentra las vías para su implementación, debido al abuso  de la visión cortoplacista de autoridades educativas que se pierden en argumentos políticos trasnochados, con ausencia de criterios técnicos a los que se debe sumar la miopía de las dirigencias del magisterio y su acción sin rumbo, que pareciera empujar al sector a dar un  salto irracional al abismo; por ello, las bases que no se sienten representadas, han tomado actitudes de resistencia y hasta de rechazo, lo que explica la no identificación con las políticas educativas que se imponen desde arriba, excluyendo la participación de los maestros que es de primera importancia.

Esta situación tan poco afortunada que las autoridades se empeñan en ocultar y prefieren ofrecer cantos de sirena porque no hay duda que es poco o casi nada lo que hacen para cambiar, por las vías del acuerdo consciente y la participación, con el papel protagónico que corresponde a los maestros, para que ellos sean capaces de reclamar como suyo ese rol para asumir una acción educativa y formativa con perspectivas investigativas para generar la producción o mínimamente la reproducción de los conocimientos, que permita la formación comprometida de los bolivianos con los destinos del país y, de ese modo, superar la situación de estancamiento que responde a posiciones casi metafísicas; entonces construir los caminos para una educación dinámica y viva, no anquilosada, mecánica y memorística que seguimos arrastrando actualmente.

Una educación que sea la expresión de amor por la vida que dé luces a la lucha por la libertad, la justicia y la solidaridad humana, una necesidad que para avanzar requiere de pasos imprescindibles que el gobierno debe asumir a objeto de medir seria y sistemáticamente la calidad educativa en Bolivia, en función de los principios y objetivos que postula la Ley 070 Avelino Siñani-Elizardo Pérez.

En esta nueva perspectiva, sin olvidar que vivimos en una sociedad abierta e irracionalmente competitiva, impuesta por el sistema político y económico que rige el mundo al que poco le interesa la calidad, debido a que la clase dominante tiene su propias instituciones educativas y formativas diferentes a las públicas, a las que empujan a priorizar lo cuantitativo separado arbitrariamente de la calidad, a objeto de reducir los resultados de la educación al número de saberes que puedan asimilar los estudiantes para repetir en los exámenes de acuerdo ciertos objetivos, cuando de lo que se trata, fundamentalmente en la educación superior universitaria y no universitaria, es desarrollar las competencias para hacer, es decir, desarrollar cualidades para enfrentar los problemas de la sociedad con los conocimientos adquiridos y resolverlos  con criterios esencialmente reflexivos, críticos, propositivos y constructivos que tiene que caracterizar a la educación boliviana en todos sus niveles, para dejar en el ser de hombres y mujeres la urgencia de cuestionar y, por qué no, la de disentir, entendida en su mejor sentido como conducta de inconformidad, asumida desde los horizontes del aprendizaje permanente que es el efecto del principio didáctico del aprender a aprender; de ese modo, desarrollar capacidades y competencias para enfrentar una realidad cambiante con ideas propias que permitan la innovación, un desafío para los maestros que requieren transitar por esas vías que demanda la sociedad a la que se debe la educación.

Resulta importante e impostergable comprender la necesidad de lograr una ruptura epistémica que deje atrás las viejas prácticas que aún se arrastran y mirar al futuro desde el aquí y el ahora, para enfrentar y desnudar los discursos panfletarios que hablan de cambios enteramente románticos en los marcos de una reforma educativa interesante en su concepción teórica pero negativa en su aplicación práctica, que sigue arrastrando una educación ortodoxa que alimenta la memorización acrítica de contenidos, cuando de lo que se trata es comprender que la contemporaneidad se estructura en medio de vertiginosos cambios en las ciencias y la tecnología que exigen nuevos comportamientos a los gobernantes, autoridades educativas, dirigentes sindicales, maestros y estudiantes.

Es necesario buscar aplicaciones prácticas para hacer viable la Ley 070 y generar la transformación real del Sistema Educativo Plurinacional del que se habla tanto y hacer efectiva la educación intra e intercultural, descolonizadora, comunitaria y productiva.

Roberto Valdiviezo Luna

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