El momento actual para tener en cuenta todo el tiempo
Sin Partido revolucionario no hay revolución. La tarea revolucionaria del momento, es organizar el Partido revolucionario.
Vuelvo a repetir que la victoria del neoliberalismo, fue la desideologización y la despolitización.
En nuestro país, desde antes del D.S. No. 21060, vigente desde agosto de 1985, llegan las “ONGes” organizaciones no gubernamentales. Fundaciones y financieras de Estados Unidos y Europa crearon e inundaron el país con estas “instituciones privadas de desarrollo social”. ¿Dónde no había una y cuál era el tema al que no se dediquen? En las comunidades indígenas y campesinas, en las minas, en las ciudades, con ingenieros y/o técnicos agrónomos, enfermeras, médicos, promotores, sociólogos, comunicadores y otros profesionales, se relacionaron fácilmente con las organizaciones sindicales mineras, campesinas; con las juntas vecinales y los pueblos indígenas. Instalaron centros de investigación sobre los derechos de la mujer, de los niños, de los indígenas, de la seguridad social, de la flexibilización laboral, postas sanitarias, etc., etc. Estas instituciones fueron los espacios laborales, a donde migraron muchos intelectuales y docentes universitarios, que mejoraron sus ingresos, a cambio de abandonar su militancia en los partidos revolucionarios, para incorporarse al modelo de globalización; pero algunos, hacían esfuerzos para mantener sus membretes de “izquierdistas, amigos de la clase obrera y el pueblo”, organizaban talleres, debates y publicaban folletos y boletines sobre derechos de los grupos sociales minoritarios, aparte de “intelectuales expertos”, algunos se hicieron “ciudadanos notables”, en sus publicaciones, entre líneas divulgaban el fin de la historia; sostenían que Bolivia no era una isla en el mundo globalizado; que el libre mercado y la capitalización marcaban el nuevo rumbo, no sólo del país, sino del mundo entero; estigmatizaban como “dinosaurios” a quienes hablaban de socialismo y revolución.
Dirigentes, activistas y militantes destacados de los partidos marxistas, abandonaron sus trincheras y se pasaron a los partidos neoliberales, intentaron organizar nuevos partidos reformistas, de distintas formas y maneras, con distintos argumentos, unos más cínicos que otros.
La política fue sustituida con la politiquería, desaparecieron la discusión y el debate, el análisis objetivo y científico de las coyunturas, del papel del imperialismo, que, usando el modelo neoliberal, pasaba otra de sus crisis periódicas. Los “intelectuales institucionalizados”, en el país y en el mundo, torcían el análisis de la caída del muro de Berlín y el desmoronamiento de la Unión Soviética.
Esas conductas, muchas desde luego, generaron sorpresa primero, luego duda y desconfianza, entre aquellos que aún tenían la esperanza de remontar esa derrota política, estos resistieron un tiempo más en lo que quedaba del movimiento sindical. Otros se aislaron, cerrados en el sectarismo, para culpar a los demás de la situación. El movimiento sindical, debilitado con el cierre de las minas y la relocalización de miles de trabajadores de todos los sectores, fue penetrado con tránsfugas, traidores y oportunistas. Los sirvientes de la embajada americana que administraban el estado neoliberal, usaron la prebenda y la corrupción, como instrumentos para reclutar a muchos dirigentes sindicales. Desde el Congreso Nacional Minero de Oruro en mayo de 1986, cuando se aprobó la Tesis de Catavi, hasta la renuncia del c. Edgar Ramírez a la secretaria ejecutiva de la Central Obrera Boliviana, en mayo-junio de 1997, se libraron las últimas batallas en el seno de la clase obrera para defender el carácter revolucionario del sindicato, en las bases, las direcciones medias y la misma COB.
En ese periodo, el movimiento sindical sufre las consecuencias de la arremetida del neoliberalismo. Surgió una ofensiva agresiva, usando la insurgencia del movimiento indígena-campesino, después de la marcha por la tierra, desde Trinidad hasta La Paz, como argumento para mostrar otra realidad, con la nueva fuerza emergente, frente a los trabajadores mineros, debilitados en número con el cierre de las minas, motivo por el cual debían dejar la secretaría ejecutiva de la COB en esas manos. Sin embargo, pese a no modificarse la estructura orgánica de la COB, el movimiento sindical dejó de ser contestatario, de ser el portavoz de los trabajadores del campo, las minas y las ciudades, de los explotados que quieren cambiar el sistema capitalista y la opresión imperialista. Hubo ex ejecutivos de la COB, que llegaron a parlamentarios de las coaliciones neoliberales, votaron en el parlamento por Bánzer para presidente, por la privatización de las empresas del Estado. Se consolidó el proceso de desideologización y despolitización.
Actualmente, el movimiento sindical boliviano, abandonó la reivindicación histórica nacional de la Nacionalización de las Minas, desconocen que la minería, en toda la cadena productiva y en manos del Estado, es el único medio para lograr el desarrollo integral y la independencia económica-política del país. Desconocen la lucha de los trabajadores mineros contra los barones del estaño y por la nacionalización de las minas. Desconocen la lucha por la industrialización de los minerales, empezando con la instalación de hornos de fundición de estaño. No saben que la lucha contra las dictaduras, fue por defender la minería para beneficio del pueblo boliviano y, no saben de la violencia que utilizó el imperialismo, con los gobiernos títeres neoliberales, para cerrar las minas del Estado y dar acceso a nuestros yacimientos a las empresas transnacionales.
Por eso no entienden que sólo la minería en manos del Estado, con tecnología de punta y en armonía con la naturaleza, desde la exploración hasta la industrialización, resolverá todas las necesidades de los bolivianos. Por eso, en el momento actual, el movimiento sindical no tiene incidencia ni en la economía, ni en la política nacional. Ha dejado de ser, el referente político del pueblo boliviano. Los dirigentes de la COB, no sólo han desnaturalizado los estatutos, sino que no los cumple y desconocen el contenido histórico de las Tesis Políticas de la FSTMB y la COB, que delinean los objetivos estratégicos de la clase obrera y el pueblo boliviano.
¿Qué es la desideologización y la despolitización? Es el producto de la ruptura entre el partido y la clase, a través del sindicato. El partido revolucionario debe ser de la clase obrera y el pueblo. Por eso los partidos marxistas y nacionalistas, después de la Guerra del Chaco, dirigieron su trabajo, con activistas e intelectuales jóvenes, especialmente a las minas, donde se desarrollaba la principal actividad capitalista y la minería era el motivo principal de la presencia imperialista y el sostén económico de la clase dominante nacional y la administradora del Estado oligárquico. El sector minero de la clase obrera y el pueblo boliviano, es el sector que debe encabezar y dirigir la lucha contra el capitalismo y la dominación imperialista, porque es el sector directamente explotado y oprimido por las empresas de Patiño, Hostchil y Aramayo, directamente relacionados con las transnacionales imperialistas. Los trabajadores que empezaron a militar en esos partidos, fueron elegidos dirigentes, porque se destacaban en el análisis de los problemas y en la proposición de las demandas, dejó la clase de ser reivindicacionista, economicista, empezó a ser “clase en sí”. La clase obrera debe dirigir al pueblo oprimido y explotado, para tomar el poder del Estado y construir el socialismo. Solo acabando con el capitalismo, se acaban las injusticias y se resuelven todos los problemas económicos, sociales y políticos.
Hasta la aplicación del modelo neoliberal, los partidos marxistas funcionaban al lado de la clase obrera. Los partidos marxistas transmitían la teoría revolucionaria a la clase y los trabajadores, por medio de sus militantes, ya sean dirigentes, delegados o trabajadores de base. Los debates en las distintas reuniones y asambleas, sobre la validez de las propuestas partidarias, eran la escuela de formación política e ideológica de la clase obrera, que luchaba por las resoluciones que emanaban de esos debates. En el Comité Ejecutivo de la FSTMB, estaban dirigentes y militantes destacados de los partidos marxistas y nacionalistas. Lamentablemente, los dirigentes de hoy, desconocen la existencia del partido y la teoría revolucionaria, reflejando un alto nivel de desideologización y despolitización. Desde la aplicación del modelo neoliberal, desapareció la militancia en el partido revolucionario.
Sin embargo, volviendo a la época neoliberal, en el seno del pueblo no murió, ni nunca morirá, la esperanza de buscar un mundo mejor, de conquistar derechos y libertades. Los miles de relocalizados mineros, se desparramaron a lo largo y ancho de la geografía del país, muchos volvieron a sus comunidades indígenas; otros, en los barrios periféricos de las ciudades instalaron talleres, ofreciendo toda clase de servicios; se dedicaron al transporte urbano; al comercio informal; se desplazaron a las zonas de colonización agropecuaria en Alto Beni, Chapare y el norte de Santa Cruz. Con su experiencia sindical se incorporaron a las organizaciones indígenas, campesinas, gremiales, juntas vecinales y otras, donde promovieron demandas de reivindicación sectorial y regional, dirigieron movilizaciones de protesta, acciones con la solidaridad de otros sectores populares que se suman y agrandan el movimiento, que, en el caso de nuestro país, muchas veces, estos movimientos alcanzaron dimensiones políticas importantes.
El año 2000, se desarrolló la Guerra del Agua en Cochabamba y el levantamiento campesino en el altiplano norte de La Paz. Fueron dos acciones políticas importantes que, sin embargo, no respondían a un programa táctico con proyección estratégica. Se logró quebrar la estructura del modelo neoliberal, que entró en un periodo de debilitamiento político, hasta el extremo de dar al país cinco presidentes en cinco años. Aunque surgieron liderazgos regionales y sectoriales, estos se perdieron en el tiempo, sin intentar siquiera, organizar un instrumento político revolucionario; esas grandes movilizaciones, como muchas otras, fueron espontáneas y no promovieron el carácter estratégico de la lucha que debe ser planificada y dirigida por el verdadero instrumento político.
En varios momentos de nuestra historia, siendo permanentes la opresión y explotación de las clases dominantes, como permanentes las luchas de los oprimidos y explotados, se han generado grandes movimientos de protesta. Algunos no dejaron de ser sectoriales, locales y breves; otros, fueron acumulando demandas y rechazos, protestas y represiones, solidaridad y acciones de apoyo de otros sectores, avances y retrocesos, hasta convertirse en movimientos políticos con la correlación de fuerzas favorable. Estas, a veces fueron controladas con acciones represivas, unas más violentas que otras, pero otras veces, las fuerzas de represión fueron sobrepasadas, hasta se ha logrado desplazar a gobiernos o estar a punto de hacerlo. Y ¿por qué no se consolidaron esos anhelados objetivos? Veamos algunos ejemplos:
EL 9 DE ABRIL DE 1952
(la insurrección popular victoriosa, con la derrota militar del ejército de la oligarquía)
Un golpe militar organizado por el ministro de gobierno de la Junta militar, Gral. Seleme, con dos partidos nacionalistas, el Movimiento Nacionalista Revolucionario, MNR (con militantes que simpatizaban con el nazi fascismo alemán) y Falange Socialista Boliviana, FSB (con militantes que simpatizaban con el franquismo español). El golpe, a las horas de iniciar sus acciones perdió el control y sus líderes buscaron asilo diplomático. En ese momento, varios sindicatos mineros, fabriles y militantes de base del MNR, PCB y POR, estaban movilizados, desarrollando acciones militares, en El Alto, La Paz, Oruro y algunos centros mineros. Estas movilizaciones terminaron cuando el pueblo, tomó Oruro y cortó cualquier intento de reforzar al ejército de la oligarquía y La Paz tomó el colegio militar y los militares se rindieron. El líder visible de ese movimiento insurreccional fue el dirigente de la Federación de Mineros Juan Lechín Oquendo y, al terminar las acciones militares, entregó el mando político del gobierno a Hernán Siles Suazo, que salió de su refugio en la Nunciatura para asumir provisionalmente la presidencia de la república, desde el 12 al 16 de abril, que es el día que llegó Paz Estenssoro de su exilio en la Argentina.
Ahí empieza la experiencia negativa, que se ha repetido muchas veces: La lucha tiene a sus actores principales que son, los trabajadores y pueblo pobre y explotado. Los presos, perseguidos, masacrados, los que aportan el sudor y la sangre son los de abajo y; los que asumen el gobierno y administran el poder son otros, los que muy pronto serán también los de arriba, los del otro lado. El pueblo y los trabajadores apoyaban al MNR por las medidas tomadas y los ministros del MNR, consultaban con la embajada de Estados Unidos, los textos de los decretos de nacionalización de las minas y de reforma agraria. Con el tiempo se rompería esa alianza, cuando los partidos marxistas entraron al seno de los sindicatos mineros, fabriles y campesinos y; también lograron que grupos revolucionarios de obreros, campesinos e intelectuales abandonen el MNR.
El MNR, decían sus líderes “era un partido policlasista, de obreros, campesinos, clases medias y burguesía nacional”, pero no decían que los campesinos y obreros, eran la mano de obra explotada, la pequeña burguesía era la burocracia del estado y las empresas estatales y, la nueva burguesía nacional, era la célula de empresarios del MNR, que recibió “prestamos de honor” para organizar sus empresas que con el tiempo será la nueva oligarquía, que controle la minera, la banca, la agroindustria, la ganadera, el comercio exterior, los medios de comunicación masiva, prensa, radio y televisión y; esa burguesía nacional, dirigida por la embajada americana eran la dirección política del “partido policlasista”. RESULTADO: esos obreros y campesinos, junto al pueblo e intelectuales revolucionarios, que vivieron dolor, luto, sangre y lucha, tomaron el gobierno y entregaron el poder a otros. CAUSA: No había el instrumento político de los trabajadores y el pueblo. El MNR, nunca fue para el pueblo boliviano.
El 4 de noviembre de 1964
(la caída del MNR de Paz Estenssoro y la intervención de Estados Unidos, para el impulsar golpe militar del Gral. René Barrientos)
Para los trabajadores mineros, la nacionalización de las minas, era el principio de un proceso y la Corporación Minera de Bolivia, debía empezar con la industrialización de minerales, empezando con la instalación de hornos de fundición de estaño y hacerse cargo de la comercialización de minerales, además del comercio exterior, con la importación de maquinaria, herramientas, repuestos e insumos para la minería nacionalizada.
Y llegó el momento en que las contradicciones fueron insalvables. El MNR terminó al servicio del imperialismo, que impedía a Bolivia industrializar sus minerales, porque necesitaban solamente concentrados para sus fundiciones en Estados Unidos y Gran Bretaña. Los trabajadores mineros, a la cabeza del pueblo boliviano, reiniciaron la lucha y el gobierno respondió dividiendo el movimiento sindical, con el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo, ORIT, dependiente del gobierno americano, que promovió el viaje de trabajadores de base y dirigentes vendidos al gobierno, para recibir cursos de “sindicalismo libre”. Estos dirigentes amarillos, organizaron enfrentamientos armados entre compañeros en Huanuni, Colquiri, Santa Fe, Morococala y Japo; lo mismo que en las guerras campesinas entre Ucureña y Clisa.
Sin embargo, el pueblo radicalizó su apoyo a los trabajadores y llegó el momento de la caída del gobierno. Pues, la reelección de Paz Estenssoro, acompañado por el Gral. Barrientos, el año 1964, profundizó el rechazo popular y cuando, en varias ciudades del país se sentía el ambiente insurreccional. En La Paz, por ejemplo, el pueblo tomó la cárcel de San Pedro y liberó a los dirigentes mineros Federico Escobar, Irineo Pimentel y Jorge Zaral; en Oruro se esperaba la llegada de los trabajadores mineros de Viloco, Caracoles, Colquiri, Huanuni, Catavi y Siglo XX. En ese momento, el imperialismo movió sus fichas en el ejército e impulso el golpe militar, abriendo un periodo de 18 años de dictaduras. RESULTADO: los que lucharon por la defensa de la nacionalización de las minas, la profundización de la reforma agraria, llegaron a las puertas del palacio y fue la imposición del imperio, un gobierno militar, que se instaló en el gobierno. CAUSA: No había el instrumento político de los trabajadores y el pueblo.
El 26 de septiembre de 1969. El 10 de octubre de 1970
(los gobiernos del Gral. Alfredo Ovando y del Gral. Juan José Torrez: la nacionalización del petróleo; expulsión de la Gulf Oil; vigencia sindical; retorno al trabajo de los trabajadores retirados por causas político sindicales; derrota del golpe dirigido por la embajada americana contra el Gral. Ovando; victoria popular que llevó al Gral. Juan José Torrez al gobierno; Asamblea Popular; nacionalización de Mina Matilde; anulación del contrato con la IMPC, empresa americana que iba a explotar las colas y desmontes de Catavi y la expulsión del Cuerpo de Paz)
El gobierno del Gral. Barrientos fue funesto para la economía del país. La minería se trabajó de acuerdo a las exigencias del gobierno de Estados Unidos, lo que no pudo el MNR, por la resistencia de los trabajadores, lo hizo la dictadura militar. Los campamentos mineros fueron declarados zonas militares; cancelaron los derechos sindicales; rebajaron salarios; retiraron a miles de trabajadores; redujeron el área de las concesiones mineras y se entregó el yacimiento de zinc de Mina Matilde a una empresa americana. Realizaron acciones de represión militar en mayo y septiembre de 1965 en Siglo XX y Siete Suyos; en las pampas de la Hilbo, en Oruro, en 1966. De marzo a octubre de 1967, la guerrilla de Ñancahuazú comandada por el Che, obtuvo el apoyo político en varias asambleas de trabajadores, con la respuesta sangrienta en Huanuni y Siglo XX, el amanecer del 24 de junio de 1967, fue la Masacre de San Juan.
Barrientos, con la firma del pacto militar – campesino, dividió movimiento popular y pese a eso, la lucha contra la dictadura continuó. Fue después de la muerte accidental del dictador, abril de 1969, que no se sabe si fue provocada, asumió el gobierno el Dr. Luis Adolfo Siles Salinas, destituido por un golpe institucional de las fuerzas armadas, dirigida por el Gral. Alfredo Ovando, en septiembre de 1969.
La lucha de los mineros y las represiones de que fueron objeto, lograron el apoyo y la solidaridad popular, influyó también en los sectores militares, que protagonizaron el golpe con el Gral. Ovando, que conformaron un gabinete progresista, para revertir las medidas anti democráticas y proimperialistas de los gobiernos del MNR y del Gral. Barrientos. Esa actitud política patriótica, provocó la reacción del gobierno de Estados Unidos que alentó otro golpe derechista, encabezado por el Gral. Rogelio Miranda, que provocó varios días de incertidumbre y una acción sangrienta en Oruro, donde el pueblo aplastó el levantamiento militar. Las cosas raras de nuestra historia, el 6 de octubre de 1970, Bolivia tuvo seis presidentes: Ovando, Miranda, un triunvirato y el Gral. Torrez.
Para acabar con esa asonada derechista, la COB, a la cabeza del pueblo paceño, apoyó al Gral. Torrez y, bajó desde El Alto, en gran marcha, para introducirlo al palacio, donde juró ante el pueblo defender los intereses nacionales y empezó a tomar otras medidas complementarias a las adoptadas por el Gral. Ovando.
Los trabajadores, campesinos y pueblo, apoyaban el proceso con medidas de interés
Nacional, antimperialistas y democráticas, pero en los niveles de “análisis y discusión de la coyuntura”, se trataban espacios de figuración personal y/o de partido. Ahí estaban los dirigentes sindicales de la COB y las federaciones y confederaciones nacionales; los dirigentes de los partidos marxistas y de izquierda. Mientras el imperialismo preparaba su aparato golpista y nos aplastó con el golpe de Banzer y su dictadura sangrienta de siete años. RESULTADO: Grupos autodenominados “partidos marxistas de la clase obrera”, extremadamente sectarios, discutían horas y horas temas que no incidían en la coyuntura y peor en la estrategia revolucionaria. Mientras el imperialismo organizaba a los más reaccionarios de los militares los partidos derechistas y proimperialistas MNR y FSB (de esa coalición surgirán en adelante: ADN, NFR, PODEMOS, UCS y las otras siglas de plataformas pititas) con los oligarcas de la minería, la banca y los latifundistas del oriente boliviano. CAUSA: No había el instrumento político de los trabajadores y el pueblo.
El 20 de enero de 1978
(con la victoria de la Huelga de Hambre de las 4 mujeres mineras)
Banzer instaló su gobierno con una represión sangrienta, con enfrentamientos en La Paz y Santa Cruz, intervino y clausuro las universidades y de hecho, con militantes de los dos partidos que lo acompañaron: MNR y FSB, organizó grupos paramilitares que desplegaron toda una ola represiva contra los militantes de los partidos de izquierda, curas, monjas, pastores, militares, periodistas, docentes y universitarios. Luego de garantizar la provisión de los concentrados de minerales a las fundiciones de Texas y Liverpool, acá, coordinó con las dictaduras del cono sur, el plan cóndor dirigido por la CIA norteamericana, para hacer seguimiento a los perseguidos y entregarlos a sus gobiernos, o asesinarlos fuera de sus fronteras, eso hicieron con el ex presidente Gral. Torrez.
La represión al movimiento sindical, especialmente minero, fue sistemático. Pero las respuestas eran también innovadoras, El descabezamiento de los sindicatos fue respondido con la organización de los comités de base; los comités de amas de casa, jugaron un gran papel y; cuando la represión las alcanzó, se apoyó la organización de las regionales de la Asamblea de Derechos Humanos de Bolivia, que nació en el Congreso realizado en los primeros días de diciembre de 1977.
El equipo clandestino del Comité Ejecutivo de la FSTMB, elegido en el Congreso de Corocoro, convocó un paro de 24 horas, para el Día del Minero, el 21 de diciembre de ese mismo año. Pese a una gran campaña de la dictadura que movilizó sus agentes de represión, sus coordinadores y su prensa, el paro se realizó con el apoyo de los Comités Inter facultativos de las universidades de La Paz y Cochabamba, los fabriles de Manaco. Ese nuevo escenario, fue propicio para que el 28 de diciembre, un grupo de Cuatro Mujeres Mineras, con sus hijos, se declararan en Huelga de Hambre, en los ambientes del arzobispado de La Paz. La Federación de Mineros desde la clandestinidad, con el apoyo de miembros de la iglesia católica, coordinó la relación de los piquetes de huelga y las discusiones entre el representante de Banzer (Dr. Rojas Tardío, presidente de la Caja Nacional de Seguridad Social), con el Dr. Luis Adolfo Siles y el padre Julio Tumiri, dirigentes de la Asamblea de Derechos Humanos, en representación de los huelguistas. El movimiento que contó con 3.500 huelguistas en todo el país, además de otros piquetes que se instalaron en varios países del mundo, conquistó la amnistía general e irrestricta y el retorno al trabajo de todos los despedidos por causas político sindicales.
Aunque participaron activamente varios militantes de los partidos marxistas, no hubo organización política, con capacidad para conducir una movilización tan grande. De la misma forma, el régimen entró en un periodo de descomposición, y la actitud del pueblo no dio tregua en su heroica resistencia. RESULTADO: Un periodo de golpes militares y breves espacios electorales hasta 1980. CAUSA: La división y acción sectaria de los partidos de izquierda, que se reflejaron en el movimiento sindical, en vez de ofrecer alguna alternativa revolucionaria, a la esperanza del pueblo. No jugaron el papel que exigía la historia, en consecuencia, no había el instrumento político revolucionario.
10 de octubre de 1982
(con el retiro de los militares a sus cuarteles)
Desde la victoria de la Huelga de Hambre de las cuatro mujeres, se dio una sucesión de golpes militares:
- 21 de julio de 1978, Golpe del general Juan Pereda Asbún, ex ministro de gobierno y candidato de Banzer, en las elecciones del 9 de julio de 1978, que fueron anuladas por un descarado fraude.
- 24 de noviembre de1978, golpe del general David Padilla Arancibia. Convocó a elecciones en 1979. De los dos mejores votados, el congreso debía elegir a uno, pero, ante un empate persistente, se designó al presidente de la cámara de senadores, Walter Guevara, el 8 de agosto de 1979, con el encargo de convocar a nuevas elecciones.
- 1º. de noviembre de 1979, golpe del coronel Alberto Natusch Busch. Duró su intento 15 días, frente a la heroica resistencia popular. Asumió el gobierno la presidenta de la cámara de diputados Lidia Gueiler Tejada.
- 17 de julio de 1980, golpe del general Luis García Mesa.
- Agosto de 1981, golpe de una junta de comandantes, formada por los generales Celso Torrelio Villa del ejército, Waldo Bernal Pereira de la fuerza aérea y Oscar Pammo Rodríguez de la fuerza naval. Esta junta, designa al general Celso Torrelio Villa el 4 de septiembre de 1981.
- 21 de julio de 1982, golpe del general Guido Vildoso Calderón.
Uno de esos golpes fue más funesto que el otro. Y la resistencia popular genero esa descomposición interna en las fuerzas armadas, que no tuvieron otro camino que el retorno a sus cuarteles entregando el gobierno, de acuerdo a los resultados de las elecciones de 1980. Eso significó poner en vigencia el Congreso elegido ese año y el gobierno a la Unidad Democrática y Popular, UDP.
La UDP, formada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda, MNRI, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, el Partido Comunista de Bolivia, PCB y otras diez siglas más, contó con un apoyo mayoritario en varias elecciones, reflejo de la aspiración popular de empezar un proceso revolucionario. Pero, ya en el gobierno, no se separó ni un milímetro de la línea marcada por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, las instituciones financieras que planifican y dirigen la dominación imperialista. RESULTADO: Un gobierno dependiente del imperialismo, con políticas antinacionales y antipopulares, aunque muchos militantes de los partidos que conformaban la UDP, estaban en las direcciones sindicales del campo, las minas y las ciudades, no coordinó con el pueblo políticas ni acciones, por lo menos reformistas. Por el contrario, el tiempo lo diría, militantes del MNRI, MIR y algunos del PCB, acabaron en las filas del neoliberalismo. En las elecciones adelantadas, ganó el MNR de Paz Estensoro y con el apoyo de ADN y el MIR, aprobaron el DS 21060 y desarrollaron el neoliberalismo. CAUSA: En ese periodo, la clase obrera y el pueblo boliviano, tampoco tenían su instrumento político. La UDP, no era lo que necesitaban el pueblo y la clase obrera bolivianos.
22 de enero de 2006:
(con el ascenso al gobierno del MAS-IPSP y el c. Evo Morales Ayma a la presidencia de la república)
Para ejecutar la política neoliberal, para desarrollar el modelo de libre mercado, el imperialismo y sus títeres nacionales, necesitaban romper la correlación de fuerzas, que se mantenía en un equilibrio, entre la fortaleza orgánica de los trabajadores mineros, que apoyaban su convicción política e ideológica, en su convencimiento total, que sólo la minería administrada con la participación de ellos, avanzaría en su industrialización y generaría los recursos necesarios para diversificar la economía, en el camino de construir una sociedad socialista para beneficio de todo el pueblo de Bolivia. Esta propuesta que chocaba frontalmente con la necesidad del imperialismo, de contar con la materia prima que alimente su aparato industrial y para eso debía mantener: fuerzas armadas con oficiales amaestrados, policías entrenados, políticos domesticados y empresarios que usufructuaban las migajas que dejaba el saqueo de nuestros recursos naturales.
Sacrificaron una etapa de paralización y cerraron las minas, despidieron a miles de trabajadores, los yacimientos marginales entregaron para organizar cooperativas, los mejores, junto a plantas de recuperación, entregaron a empresas transnacionales. El daño económico al país, estuvo acompañado con el debilitamiento político sindical de los trabajadores. Desaparecieron las vanguardias políticas y espontáneamente en muchos frentes brotaron las protestas contra el modelo y surgieron movimientos de indígenas y campesinos en la lucha por la tierra, el territorio, la defensa de la hoja de coca. Las marchas por las carreteras conquistaron el apoyo y la solidaridad de los sectores populares de las ciudades y los campesinos terminaron organizando un instrumento político para luchar en el campo electoral, donde lograron espacios de representación parlamentaria primero y; luego ganar con gran apoyo hasta tener 2/3 en el congreso nacional. Se acabaron 20 años de neoliberalismo y el pueblo está esperanzado en que se abre un capítulo de otra historia.
Bolivia empieza a vivir una nueva experiencia. El nuevo gobierno inicia el Proceso de Cambio con la Revolución Democrático Cultural. Aparte de mostrar una cara distinta el congreso y los ministerios del ejecutivo, con mujeres, indígenas y campesinos, las medidas que se adoptan están en la línea de avanzar en cambios económicos, sociales y políticos.
Se convoca a una Asamblea Constituyente y se nacionalizan los hidrocarburos, aunque en la práctica se forman Empresas de Sociedad Anónima Mixta, empresas SAM, entre YPFB y las transnacionales que explotaban los hidrocarburos, donde la empresa estatal, después de indemnizar a las empresas transnacionales, por el traspaso de sus acciones, tiene un porcentaje mayor de acciones, más del 50%. Pero, producen un ingreso económico al Estado, que le permite realizar y ejecutar proyectos sociales y productivos, que en poco tiempo se ven carreteras, aeropuertos, escuelas, hospitales, campos deportivos y presupuestos solventes para gobiernos municipales, departamentales y universidades. El gobierno desarrolla una política económica libre de las recomendaciones del FMI y del BM. Se declara antimperialista y forma parte de un bloque que pretende desarrollar una política que enfrente la injerencia norteamericana en las políticas internas de loa países de Latino América.
Pero, como la base social del proceso son los trabajadores cocaleros, especialmente de El Chapare, donde el presidente Evo es el máximo dirigente sindical, los cooperativistas mineros, los campesinos agrupados en torno a la CSUTCB, Bartolinas, Colonizadores, hoy llamados Interculturales y las organizaciones indígenas de Occidente, CONAMAQ y del oriente CIDOB, sus objetivos estratégicos tienen sus límites y se pueden resolver dentro el sistema capitalista. Ninguno de esos sectores tiene relación obrero patronal con los empresarios nacionales o de las transnacionales, más bien, sus relaciones son para acordar precios de intercambio y elaboración de normas de beneficio común, para mantener la democracia burguesa, no importa, bajo la dominación imperialista.
Por esa razón, aún con la participación de militantes marxistas, ex luchadores contra las dictaduras y el neoliberalismo, tanto en el poder ejecutivo, el legislativo y en la administración de algunas empresas públicas, el proceso no podía avanzar más allá del reformismo. Ese proceso que ha quedado trunco, no necesitaba de un partido revolucionario, no necesitaba la participación orgánica y estructural de los sindicatos obreros en la planificación de las políticas económicas, sociales y de transformación del Estado. De ahí es que los sectores económicos de interés del imperialismo y de la oligarquía nacional: minería, banca, agroindustria, ganadería, comercio exterior, no se tocaron y de la misma forma, sectores imprescindibles para la industrialización como la universidad tampoco se tocó.
RESULTADO: De nuevo un proceso trunco y dividido con dos sectores, de los que ninguno ofrece cambios estructurales de cambio del sistema capitalista. CAUSA: No existe el partido revolucionario y los marxistas dispersos, no se atrevieron a analizar científicamente la coyuntura y ofrecer al país, desde dentro y fuera del gobierno las líneas para la construcción de un verdadero proceso de cambio que tienda a convertirse en proceso revolucionario ininterrumpidamente.
¿Qué HACER?
La división del MAS – IPSP, está llevando al pueblo a una derrota electoral, parecida a la de 1985 y muchas de las reivindicaciones sociales y políticas conquistadas en este tiempo, serán eliminadas con el uso de la violencia, que la practicaron después del golpe del 2019.
Por eso, en este momento, los trabajadores y pueblo en general, deben exigir:
- Un alto a la guerra sucia, que no toca objetivos estratégicos y se limita a acusaciones de orden personal.
- Elaboración de un programa mínimo, que recupere los principios del Proceso de Cambio.
- Se debe trabajar en la organización del germen del verdadero instrumento político de la clase obrera y el pueblo boliviano.
Cochabamba, 4 de diciembre de 2023
José Guillermo Dalence Salinas