Como hace 500 años

Ocho indígenas Chimanes han sido enterrados en fosas comunes en Santa Ana del Yacuma, mientras la opinión pública nacional debate acerca del respeto a las leyes y la vigencia de la democracia como sistema de gobierno.

En muchas oportunidades hemos señalado que la razón principal para vivir en un “estado aparente” es la estructura colonial que sostiene todo el andamiaje jurídico legal del Estado boliviano, desde que se configuró como Estado-nación allá por 1826. En este “Estado aparente” existen ciudadanos de primera clase y luego están los “otros” los excluidos y maltratados por los meandros del poder estatal y de la sociedad colonial.

Esta estructura colonial, mantenida hasta hoy es explicada por Gonzales Casanova en los siguientes términos: “Los Estados de origen colonial e imperialista y sus clases dominantes rehacen y conservan las relaciones coloniales con las minorías y las etnias colonizadas que se encuentran en el interior de sus fronteras políticas. El fenómeno se repite una y otra vez después de la caída de los imperios y de la independencia política de los Estados-nación, con variantes que dependen de la correlación de fuerzas de los antiguos habitantes colonizados y colonizadores en los estados que lograron la independencia”1. Esta opinión, con algunos matices es compartida por Orlando Fals Borda, por el boliviano Alipio Valencia, y por Charles Arnade.

Este acontecimiento -la muerte de ocho Chimanes- nos retorna al escenario del 2019, cuando el racismo afloró en las actitudes racistas violentas contra la población quechua, aymara y ayorea, porque el ejercicio de la violencia no es solamente física, lo sabemos, sino, y sobre todo psicológica como “castigo” para recordar la condición y posición de los indígenas en la estructura social, en este caso de Santa Ana de Yacuma, tierra de patrones ganaderos.

En la Bolivia post Asamblea Constituyente se ha intentado corregir las conductas perversas del colonialismo racista y patriarcal, con una serie de normas legales, que poca aplicación tienen debido al contubernio existente entre el poder judicial y el poder económico, desde los tiempos de Pizarro, por eso se siguen cometiendo los más atroces actos racistas como los sucedidos en la ciudad de Sucre, en Pando, en Santa Cruz, en Cochabamba, La Paz y hoy en Santa Ana de Yacuma, porque no otra cosa es el tratamiento a los indígenas Chimanes que una violencia psicológica y racista.

El Estado Plurinacional es una construcción truncada, justamente por este bloque oligárquico-colonial, que no pudo concretar su proyecto de eliminar el Estado Plurinacional y su Constitución Política, paradójicamente por su propia tramoya de sostener que era un gobierno “constitucional”, esta formalidad impidió borrar el catálogo de derechos de los pueblos originario indígena campesino, como actor presente en la historia.

La coyuntura electoral que vivimos y las agendas que nos imponen los medios de comunicación, no permiten calibrar en su justa medida lo acontecido en Santa Ana del Yacuma, solamente quedan las voces indignadas de los Chimanes que siguen clamando ser tratados como ciudadanos con los derechos conquistados, producto de luchas centenarias.

1 González Casanova, P. ([2003] 2006). Colonialismo interno [una redefinición]. En A. Borón, J. Amadero & S. González. (Eds.), La teoría marxista hoy (pp. 409-434). Buenos Aires: Clacso.

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