Cambódromo

El momento inaugural del racismo como estructura de poder, de clase, como cultura de superioridad, como forma de organización de la sociedad, como religiosidad, es la invasión española; el racismo se constituyó en el principio ordenador en la Colonia, durante la República, pervivió con el nacionalismo revolucionario, el neoliberalismo lo decoró con Víctor Hugo Cárdenas. En este tiempo político del Estado Plurinacional, la emergencia de una nueva élite indígena originaria anticolonial que lidera el Estado generó que las diferentes fracciones conservadoras convertidas en oposiciones hicieran del racismo su forma pública de intervención en la política a través de diferentes manifestaciones, todas asociadas a la violencia.

En la subjetividad de las sociedades urbanas con diferentes niveles de intensidad dentro los estratos sociales de las regiones del oriente, valle y occidente, el racismo está adquiriendo condición de normalidad por la forma de presentación pública, mediática; la tolerancia o incentivo de instituciones cívicas, religiosas es parte de la cotidianidad, es decir, deja de ser censurable para constituirse —por imposición— en la forma de protesta como un “derecho” a la libertad de expresión y acción.

La migración interna de occidente al oriente desde mediados del siglo pasado en plena implementación del Plan Bohan hasta el presente, es vista como la migración de la fuerza de trabajo físico e intelectual, este hecho no es menor, es fundamental, es mentalidad euroamericana-céntrica que define el lugar de los migrantes en la sociedad, el límite de sus derechos y obligaciones, la forma cómo las autoridades y élites convertidas en institución política, religiosa, cívica, mediática, los deben y tienen que tratar; es la producción y reproducción de subjetividades en las sociedades propias de la colonialidad racial, Santa Cruz sintetiza dramáticamente esta realidad.

El conservador e influyente medio de comunicación titula la noticia Activistas, vecinos y autoconvocados se oponen a la entrada de los paceños por el Cambódromo, el titular y la noticia son desarrollados a partir de la molestia que tienen los vecinos del séptimo anillo por el ruido de la música, el excesivo consumo de bebidas alcohólicas, la basura que producen estos actos; si el sentido de la molestia de los vecinos fuera lo enunciado en la noticia, aplicaría también a las fiestas del Carnaval, pero la aparente “inocencia” de la presentación del hecho nos muestra a ciudadanos activistas y vecinos autoconvocados a defender la tranquilidad de su zona; segundo, que los residentes paceños no lograron tener la autorización del alcalde Fernández para desplegar la actividad folklórica, por lo tanto la protesta presentada de esa manera es legítima, la imagen de vecinos autoconvocados espontáneamente subsume y cubre a la razón racial de la movilización de los activistas ideológicamente de ultraderecha.

Es la normalización del racismo como acto fáctico. Los “autoconvocados” en sus opiniones, en sus acciones, están expresando y representando la racialización de las relaciones sociales existentes, el sentido de apropiación del espacio urbano no parte por vivir en la zona, sino por asumir la cruceñidad como identidad de superioridad frente al otro, al otro que habita junto a ésta pero que no lo consideran parte de ella, a no ser que ese otro asuma como suya la identidad regionalizada del establishment cruceño, es el migrante alienado y adoptado.

Lo sucedido en el Cambódromo no puede ser visto como un acto de discriminación o falta de tolerancia entre ciudadanos, como titularon un par de medios audiovisuales, —los medios— siguen deliberadamente encubriendo el fondo del hecho e implícitamente están fomentando ese tipo de acciones.

Pero no se trata solo de enunciar el hecho como un acto de racismo, sino por identificar a la intelectualidad que promueve, fomenta, alimenta el espíritu racista de grupos a los símbolos, institucionalidad y representación política, civil y religiosa que da sentido a este tipo de manifestaciones.

Las sociedades son construcciones constantes de relaciones sociales impregnadas de subjetividades que se desarrollan en realidades complejas, contradictorias; en las nuestras, la colonialidad racial es un factor altamente influyente en el sentido común porque se ha impuesto desde siglos como normalidad racional, es tiempo no solo de superar estas taras propias del capitalismo colonial, sino también de una lucha intelectual, cultural, política, social, territorial contra estructuras institucionales compuestas y lideradas por hombres y mujeres que dan razón de la sinrazón racial.

Un dato no menor, de los tres detenidos por los actos del Cambódromo, el primero es miembro de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos en Santa Cruz y los otros dos, al momento de su aprehensión, estaban con la Biblia.

(*) César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda

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