David y el Goliat colonial

¡Estamos mal! En esa frase podemos condensar el discurso del Vicepresidente, realizado luego de recibir agravios en el parlamento. En un inesperado y franco discurso, muy elaborado, David Choquehuanca realizó uno de los mejores diagnósticos de situación del Estado plurinacional. Para poner en términos bíblicos, David descubre que el Goliat colonial sigue vivo.

Independientemente, de la gestión de gobierno, con sus problemas y crisis generada, la evaluación del “estado del Estado” realizada por David Choquehuanca se enmarca en una dura autocrítica, los que conocemos al Vicepresidente sabemos que no es precisamente afín a las ideas marxistas, pero ha sabido bien describir las contradicciones entre el decir y el hacer de las tareas de una revolución descolonizadora, que en nuestro caso es un profundo desmantelamiento del Estado actual para edificar el Estado Plurinacional.

Una por una se fueron señalando y describiendo las tareas inconclusas o nunca iniciadas del proceso descolonizador, propuesta escrita, como antecedente en la actual Constitución Política del Estado, recuperando, además ese horizonte de vida denominado “Suma Qamaña”. Educación, economía, burocracia, justicia, política y el deterioro de una necesaria axiología, como fuente de cohesión social, fueron objeto de crítica. No faltó el apunte anticapitalista, al referirse a los recursos naturales y el saqueo de la Pachamama.

Tal parece que el rumor de las diferencias entre presidente y vicepresidente son reales, es la única explicación que encontramos, al comparar los discursos del presidente y Vicepresidente. Por un lado, una mirada centrada en identificar al “culpable” de todos nuestros males y anunciando el porvenir del progreso industrial, en un país con nula capacidad de generar ciencia y tecnología necesaria para los procesos industriales del siglo XXI. Tan sólo basta revisar la política del litio que nos devuelve al siglo XIV con el proceso extractivista y exportador de materia prima. Por otro lado, una rotunda afirmación que podemos resumir en la frase: “no hemos hecho nada”.

La recuperación de la democracia, por la decidida lucha, principalmente de pueblos originarios, luego del asalto del poder político por parte de la cofradía de la derecha boliviana, significó un momento de afirmación del proceso iniciado en el año 2006, poco duró la esperanza, pues la inmediatez del poder obnubiló la razón histórica, y puso en evidencia la razón instrumental con su miopía de horizonte y el envilecimiento de las organizaciones de gran respeto como la COB, la FSTMB y las organizaciones del Pacto de Unidad. Por este panorama el discurso del Vicepresidente es una fuerte sacudida al ejercicio del poder y sus consecuencias conservadoras.

Estamos convencidos, por argumentos de la historia, que construir un Estado es una tarea de años y la ruptura de un proyecto significa años de retraso en ese propósito, cuatro, cinco años, en la historia de un país, no son casi nada, pero inciden en la construcción del futuro cuando se desvía la ruta señalada, esa es la reflexión central de las palabras del Vicepresidente.

Al escuchar al Vicepresidente, me acordé de la afirmación de Jaime Paz Zamora cuando sentenció que la Vicepresidencia era la “quinta rueda” del carro del gobierno. Un sistema presidencialista como el nuestro no da para más, y es posible que esa impotencia hacia sido el origen de las palabras de David Choquehuanca. Sea como fuere, no es un aspecto menor el diagnóstico realizado en un contexto de crisis, es tal vez un eje de reconducción de un proceso truncado el año 2019 y cuando decimos reconducción no nos referimos al gobierno actual, porque sus limitaciones han sido demostradas durante este largo y dramático tiempo de incertidumbre que aún no ha terminado.

Tenemos el tiempo y la razón histórica de nuestra parte, los pueblos, como constructores de la historia tienen sus pausas, sus tiempos de reflexión, sus días de furia y sosiego, pero nunca olvidan el propósito de su existencia que es la plena libertad para la reproducción de la vida en armonía.

Antonio Abal O.

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