De la marcha unitaria por la vida a la división

La Marcha por la Vida la Paz que la recordamos hoy después de 37 años sin duda fue la mejor muestra de unidad del movimiento popular cuando más de 5 mil mineros marcharon desde Oruro a la ciudad de La Paz interpelando al gobierno del MNR por la aplicación de la dura medida como fue la relocalización de más de 30 mil mineros de las minas.

Después de aquella experiencia de lucha unitaria habrán sido muy pocas las señales de una férrea unidad cuando los gobiernos de turno aplicaron duras medidas contra el pueblo boliviano en lo que va la historia de más de 40 años que el modelo neoliberal quiso implantarse en nuestro país.

Hoy la historia trastoca el escenario de lo imprevisible y ya ni la poesía sirve para soñar en la posibilidad de unidad cuando es innegable ocultar la pugna al interior del MAS, es más, ya ni se puede afirmar que el gobierno forme parte de la estructura de esta organización política porque, en la práctica, el ala “radical” lo desahució y cualquier vinculación a su pertenencia como parte de la organización política ya no es real.

Una de las señales de mayor división y fragmentación de las organizaciones sociales se expuso en las peleas internas de la CSUTCB, que terminaron con dos dirigentes compitiendo por quedarse con el puesto de la Secretaria Ejecutiva, lo mismo que días antes ocurrió en las Bartolinas y en las Comunidades Interculturales Originarias de Bolivia, todos ellos síntomas de ruptura no solo en el partido gobernante, sino en el Pacto de Unidad.

Las diferencias de posturas y criterios, que pensábamos eran de crecimiento ideológico, han desnudado intereses personales y de grupo, dejando postergada una acción concreta militante y unitaria para reconstruir el Estado Plurinacional, que ya no se presenta como el horizonte político de transformaciones, por el contrario lo que existe es una cada vez más borrosa, línea de horizonte que ciertamente genera incertidumbre social y política.

A ello se suma una obsesiva búsqueda del poder como fin y no como medio, en la que unos y otros están enfrascados en actitud más propia de un aventurero que de un estadista, lo cual ha conducido a todas las partes a concentrar sus esfuerzos en los resultados de corto plazo y a olvidar la necesidad de tener un proyecto futuro.

La decisión del sector radical del MAS de bloquear el país para el próximo 4 de septiembre, ha mostrado la clara evidencia de la lucha por el poder por puras presiones, sin lógica, sin sentido de lo que tiene como trascendencia para ese grupo de ‘autoproclamados’ en la CSUTCB, una verdadera medida como reivindicación que le favorezca al pueblo.

La falta de una postura madura, equilibrada de ese sector digitado por parte de su líder en el trópico, no está a tono con el momento que vive el país y le quita fuerza a una medida que se utilizó para la lucha en reivindicaciones justas como fueron los bloqueos allá por el 2001 con Felipe Quispe o para frenar la arremetida cruel de Arturo Murillo en agosto de 2020.

Frente al sinsentido, un pequeño grupo de dirigentes desesperados, llevarán a que el país una vez más sufra la pérdida de sus ingresos que ya fueron devaluados el pasado año en los 36 días de paro cívico, además de los recientes bloqueos en el oriente en los que se perdió millones de dólares.

Ya lo dijeron las autoridades nacionales que en un paro se pierde 115 millones de dólares diarios, aventura fallida por el capricho no solo del minúsculo grupo de dirigentes campesinos del lado de Ponciano Santos, que quiere tomar a la fuerza el ejecutivo de la CSUCTB, sino el ansia de poder de una sola persona que impulsa esa movilización.

El debate político-ideológico es fundamental cuando se presenta una situación de crisis. Para salir del ch’enko, tenemos que recuperar la memoria cortísima de noviembre del 2019 y colocar este hecho en su perspectiva histórica, es decir, que pese a las declaraciones de unidad, están fracturando o por lo menos intentando debilitar un instrumento político forjado por los pueblos y naciones que se cansaron de ser utilizados como una escalera y que son la garantía para construir una sociedad intercultural.

El telón de fondo de los enfrentamientos es esa disputa del poder, por parte de los autoproclamados pidiendo por la fuerza que les den la máxima dirigencia campesina, es el quid de la cuestión, es la disputa entre dos proyectos que se visibilizan desde las organizaciones sociales como ya fueron las Bartolinas, los Interculturales que se vieron perder y ahora quieren imponer a la fuerza a sus líderes.

La crisis del sistema político actual, se expresa precisamente en esa consistencia de origen ideológico que los estamos comprobando después de largos 40 años, al término de la experiencia de la UDP, el fraccionamiento de los partidos de izquierda, sus escisiones de toda índole, porque sufrieron no solo del extravío ideológico y sustento político sino hasta de su propia identidad de clase.

Esos dirigentes de organizaciones sociales y políticas, que dijeron habían sido formados desde abajo, con una aparente y clara disciplina revolucionaria, se olvidaron de la dialéctica, de la lucha de los contrarios, del armazón clasista de las sociedades, en fin, en el fondo sufrieron una amnesia al puro estilo del ex dictador Luis García Meza.

Como siempre no faltan quienes se deslumbran con los espejitos de colores que les ofrecen el poder en sus manos, muchos se han “blanqueado” y han asumido la figura de patrón, siempre pasó y seguirá pasando pues el olor del otro puede corromper a los más duros, eso también pasa con los dirigentes campesinos.

Decíamos que las prácticas por el “poder absoluto” han llegado incluso a utilizar a esas organizaciones sociales, a sus ex autoridades que están muy lejos de entender y respetar el momento actual, esos como muchos antiguos seguidores se han visto frente a la realidad de la creación revolucionaria sin una adecuada orientación política del partido.

Estos agoreros del “proceso de cambio” eran los que se paseaban por los locales de moda haciendo gala de su capacidad de influencia cuando estaban en el gobierno, hoy son los nuevos “Malinches”, porque la venda colonial ha cegado no solamente sus ojos, sino que han liquidado sus neuronas y por eso están al otro lado de la vereda.

Estamos en tiempos de contradicciones, en tiempos donde la niebla colonial y la traición se va disipando poco a poco para divisar en toda su plenitud el arcoíris del futuro, la paciencia es nuestra fuerza, no tenemos desesperanza, no estamos apurados, cinco siglos fueron testigos de nuestra tenacidad, estamos preparados con los que sí están plenamente convencidos del devenir esperanzador, de un sol pleno, de un nuevo amanecer.

Ante situación difícil y de ardua gravedad porque se estrangula el ansia de unidad, recordamos una importante cita del líder de la revolución cubana, Fidel Castro, que decía: “Frente a un enemigo que ataca, la división no tiene ninguna razón de ser y ningún sentido. Y en cualquier época de la historia, la división frente al enemigo no fue nunca estrategia correcta, ni revolucionaria, ni inteligente.”

*Luis Camilo Romero, es comunicador boliviano para América Latina el Caribe

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