La bandera ofendida

Los símbolos patrios no fueron únicos ni completamente representativos en la República de Bolivia. Inicialmente, la bandera nacional fue creada un 17 de agosto de 1825. La historia reseña que la Asamblea Legislativa de ese entonces estableció que la bandera nacional “será bicolor, verde y punzó; el campo principal será punzó, y a uno y otro costado irán colocadas dos fajas verdes del ancho de un pie; sobre el campo punzó se colocarán óvalos verdes, formados de ramas de olivo y laurel, uno en el medio y cuatro en los costados, dentro de cada uno de estos óvalos se colocará una estrella de color de oro”. El vocablo “punzó”, ya en desuso, describe al rojo muy vivo que caracteriza la franja superior de nuestra actual bandera.

Posteriormente, a menos de un año de su estreno como emblema nacional, el 25 de julio de 1826, se decidió cambiarla por otra, cuyos colores originales se conservarían poniéndose en lugar de las cinco estrellas de oro, una faja amarilla superior, y las armas de la República al centro, dentro de dos ramas de olivo y laurel”. No se conoce con exactitud los motivos de dicho cambio.

Fue una Convención Nacional convocada por el Presidente Manuel Isidoro Belzu la que modificó la bandera nacional de ese entonces, para adoptar la actual con tres franjas: rojo, amarillo y verde. Diversos historiadores reseñan que esta modificación se debió a que Belzu, en una campaña militar, se inspiró en una visión del arco iris, cuyos colores predominantes eran los que ahora se reflejan en la bandera de Bolivia.

Sin embargo, los pueblos indígenas y originarios conservaron muchos de sus símbolos representativos; al igual que regiones y posteriores departamentos en los que se dividió políticamente al país, originados en muchos casos en las luchas independentistas y en la creación de las diversas republiquetas que pusieron en jaque al imperio español, antes de la declaración de la Primera Independencia, el 6 de agosto de 1825.

Con certeza, la única vez que el pueblo en su conjunto fue consultado sobre los signos patrios fue en el referendo durante el gobierno de Evo Morales. La Constituyente congregó a representantes democrática y libremente elegidos de los nueve departamentos, quienes decidieron la creación del Estado Plurinacional de Bolivia, en sustitución de la vieja república oligárquica y discriminadora. Esta consulta aprobó por mayoría la nueva Constitución Política del Estado, vigente desde la primera década de este milenio. Con relación al tema, la CPE señala en su Art. 6: “Los símbolos del Estado son la bandera tricolor rojo, amarillo y verde; el himno boliviano; el escudo de armas; la wiphala; la escarapela; la flor de la kantuta y la flor del patujú”

La Whipala, estandarte de los pueblos originarios de los Andes, representa, además, la inclusión de los pueblos, naciones y etnias originarios que, durante la etapa republicana, fueron no sólo sistemáticamente negados, sino condenados al exterminio y al olvido histórico. Tales políticas, originadas en el odio y la discriminación racial, han renacido con el último golpe de Estado protagonizado por la derecha reaccionaria de Bolivia.

En vergonzoso episodio, los golpistas quemaron la bandera nacional whipala en la ciudad de El Alto, cuyos pobladores, enardecidos por la ofensa, salieron a las calles en forma espontánea, para maldecir a los golpistas que obligaron a policías a despojarse de este símbolo patrio de sus uniformes. Es esa misma discriminación nacida del complejo nazi de creerse racialmente superiores, lo que induce a la actual autoproclamada presidenta Jeaninne Añez a negarse a reconocer este símbolo patrio en flagrante desconocimiento de la Constitución Política del Estado, a la que hipócritamente ha jurado defender.

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