La dura tarea de construir el Estado Plurinacional

Hemos llegado a los 12 años cuando en ese 22 de enero de 2009, la plaza Murillo y en los departamentos del país la celebración estallaba mostrando al mundo que, después de una dura batalla para aprobar la Constitución Política del Estado, se empezaba a construir un Estado Plurinacional, lejos del proyecto de los que querían mantener un estado colonial y oligárquico.

Ese eco de los anti estado y anti nación lo teníamos el pasado año cuando esa casta que llegó mediante un golpe de estado, nos hacía ver que volvíamos a la historia de las catacumbas, cuando el terror y el horror ganaba las calles y veíamos a los buitres construir sus nidos para la rapiña y el saqueo de las arcas y los recursos obtenidos con aciertos en lo económico y en lo político durante catorce años.

Eran tiempos de soledad y desamparo, en los cuales ser boliviano era una nomenclatura estadística, alejada del sentido de Patria y de la fraternidad étnica. El Estado protector, articulador y plurinacional, estaba siendo desmontado por una secta neoliberal inescrupulosa, que la realidad se encuentra en sus deseos y sus ambiciones.

No creyeron en el pueblo, menospreciaron su capacidad de comprender y asimilar la realidad para transformarla; ellos pensaron que sus fines y sus medios eran invariables y que la soberbia, el desprecio y la intolerancia, se sujetarían eternamente como estandarte triunfador de los nuevos conquistadores del Abya Yala.

Pero la construcción del Estado Plurinacional es un lago proceso que tiene que fortalecerse con los que labraron en las luchas sociales, junto al pueblo organizado, por lo tanto, nadie puede evitar algo que se está construyendo, es un pretexto para comparar el imaginario creado por la historia oficial (colonial-oligárquica) del 6 de agosto fecha recordatoria que tiene cerca de dos siglos, frente a 12 años del intento más serio de transformación estatal.

Repetir cada 6 de agosto que fue el día de “nuestra libertad” es poco menos que una verdad a medias, pues significó la libertad de unos pocos para mantener los mecanismos coloniales sobre unos muchos.
La Asamblea Constituyente de 2007 fue el primer escenario de confrontación, la presión ejercida para su fracaso no tuvo éxito, no les importó sacrificar vidas y luego elaborar el discurso de la “masacre de la Calancha”, sabían bien que en Sucre, las frases trágicas tienen sus efectos. No pudieron frenar la fuerza del pueblo y tuvieron que aceptar una nueva Constitución, condicionando su aprobación a mantener algunos puntos favorables para ellos.

La actual Constitución Política del Estado, posibilitó la ampliación de la democracia a niveles nunca antes vistos. Muchos países toman como referencia esa gran experiencia de la lucha del pueblo boliviano.

En rigor histórico el 6 de agosto se funda el Estado Nación, con una limitada población reconocida como ciudadano, la falsedad de los datos respecto a los héroes permitió que durante siglos se ignore el levantamiento de los pueblos originarios en busca de la liberación del imperialismo español. Un siglo y medio se tardó para reconocer la importancia de los pueblos originarios en la construcción de este territorio.

Pero para esta coyuntura actual lo que sí podemos afirmar es que, se acabó el “Estado aparente o fallido, ahora tenemos un Estado digno y soberano, un pueblo con identidad y dignidad”. Pero aun la tarea es consolidar el nuevo Estado para los años que vienen.

La plurinacionalidad, como proyecto político, es una herramienta de liberación, tanto para mestizos, como para pueblos indígenas, de las enfermizas taras coloniales del racismo y centralismo político. Como proyecto cultural y ético, es un camino de aprendizaje fecundo en el concierto de diálogo de saberes.

Estaremos mucho tiempo en esta disputa simbólica, hasta consolidar el Estado Plurinacional; lamentablemente un dogmatismo “izquierdista” ya estudiado por Lenin, ha convertido a muchos que se autonombraban de revolucionarios en los reaccionarios de hoy que juegan, con diferentes argumentos, a favor del retorno del viejo Estado Colonial.

La conquista de la democracia tiene una larga y sangrienta historia, por eso la defensa de la democracia, hoy, es derrotar a estas corrientes con el voto masivo como en octubre de 2020.

En el horizonte histórico, que el pueblo se ha trazado, no se debe eludir la necesaria reforma del sistema de justicia, que como vemos mantiene las características coloniales de sumisión y extorsión; de igual manera la policía, totalmente desprestigiada no puede mantenerse como la garantizadora de las paz y tranquilidad de la sociedad, por el contrario se ha convertido en la mayor amenaza de las libertades humanas.

Pero también, en este proceso de construcción del Estado Plurinacional, entender a una Bolivia desde la mirada ilustrada del conocimiento y saber occidental, es un error, ahí radica su debilidad. Que tienen aliados indígenas, campesinos y originarios, claro que sí, es parte de nuestra historia, siempre son aliados circunstanciales porque finalmente se impone la dignidad, esa que nos enseñó Zarate Willka.

Aun comprobamos desde esas miradas corto plasistas equívocos en su percepción, que un líder indígena aymara que se nos fue, como fue Felipe Quispe, “El Mallku”, que como todo dirigente vivió graves contradicciones en el pasado de dura confrontación, remueven su pasado y sacan a luz esas contradicciones, y no miran el presente en su definición y claridad ideológica al comprometerse como un líder más en la defensa de la democracia y su aporte en la construcción del Estado Plurinacional.

Ir de la mano de esos francotiradores a quemarropa, descalificándolo todo, es nomas un hecho que va de la mano en los que se aferran a los fake news, creyentes y endiosados por lo que les dicen la redes y manipulan los hechos informativos, con el adherente racista y xenófobo de sus mensajes.

El impulso y la fuerza popular, que representó el voto del año 2020, tienen un nuevo desafío; recuperar la energía para el potenciamiento de la sociedad, que toma en sus manos su destino.

El escenario que se avecina nos enfrenta a un doble desafío, enfrentar a una casta colonial que quiere retornar al pasado, de una élite política que nunca resolvió nada en el país y por otro, a la reconstrucción de nuestra propia experiencia para avanzar en la consolidación del Estado Plurinacional.

Por eso, la pereza mental no puede privarnos de seguir transitando por ese qapaj ñan (camino nuevo) del Vivir Bien que es en definitiva, nuestro horizonte para lo que vendrá en un desafiante futuro de esperanza.

*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino

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