Los señores feudales II

El sistema colonial en el Abya Yala, tiene como base de su construcción el feudalismo, los repartimientos y encomiendas fueron las instituciones que le dieron forma tangible. Estas formas de organización de la economía y la sociedad formaron también un sentido común, una forma de explicación de la realidad, en síntesis, un pensamiento feudal caracterizado por la concentración de la propiedad de la tierra y la servidumbre de la población ejercida por el señor feudal.

En Bolivia esta mentalidad feudal se expresa en las haciendas y luego en los grandes latifundios del oriente. Las permanentes rebeliones de aymaras y quechuas en el occidente del país terminaron físicamente con este ordenamiento económico social, pero no con la mentalidad feudal, que tiene como centro el complejo de superioridad.

En el oriente del país se mantiene tanto la estructura feudal de la tierra y su correspondiente imaginario de ordenamiento de la sociedad encarnada en su “gobierno moral” que es el Comité Cívico, este verdadero dispositivo de reproducción de la mentalidad feudal imperante en Santa Cruz desde hace unos 70 años ha logrado subsumir a gran parte de la población, que desde el sentido común ha naturalizado el orden de cosas impuestas por esta élite feudal.

Cómo es sabido la propiedad de la tierra con fronteras definidas caracteriza al sistema feudal y es esto lo que escuchamos cotidianamente en las voces de los “cívicos” que se sienten “avasallados por los collas”, definir la frontera de su feudo es el motivo principal de su dinámica política.

La democracia como sistema organizativo de la sociedad no interesa a la élite feudal cruceña, por eso quiere imponer su propia interpretación de lo que llama “democracia”, es decir, la hegemonía y reproducción de una elite casi monárquica, cobijada por el manto inmoral de una Iglesia católica que se ha quedado estancada en el siglo XVI, cuyo coro celestial son algunos pastores de las iglesias evangélicas.

La sociedad cruceña tiene naturalizada la sumisión de los sectores empobrecidos de la sociedad y el efecto de “arrastre” inducida por una intelectualidad a medida de las élites feudales que, incluso, ha generado un relato histórico de lo que significa la “cruceñidad”.

Lo que nos interesa puntualizar en estas notas es la tarea de quebrar este imaginario feudal en la sociedad cruceña, porque no se podrá integrar a un proyecto nacional, en la medida que se siga alimentando y reconfirmando la frontera feudal como propiedad de una elite antinacional.

El Estado Plurinacional tiene esa dura tarea que por supuesto supone devolver la capacidad a la misma sociedad cruceña de su batalla interna por salir de la sumisión que la tiene “atrapada” desde más de medio siglo.

La migración natural y necesaria en nuestro país que desde siempre ha tenido una estrategia de gestión territorial, basada en la complementariedad, no puede ser comprendida por esta elite feudal, porque piensa en términos coloniales.

Las comunidades interculturales que dan dura batalla y resisten las agresiones de estas élites feudales, en su calidad de productores tienen que ser protegidos por instancias estatales, tienen que ser reconocidos en todos sus derechos otorgados por la Constitución Política del Estado, que sistemáticamente es violentada por las elites en su afán de consolidar “sus” fronteras feudales.

Estas elites utilizan todos los medios posibles para irradiar su idea feudal, quiere naturalizar, por la fuerza, el ordenamiento de la economía, territorio y sociedad, no otra cosa es su actual manejo de fuerzas sociales como los transportistas y gremiales que no ven la forma en que son manipulados y entran a ser la servidumbre de esta casta feudal que continúa con su aventura de pretender destruir un Estado gestado por pueblos y naciones originarias que anunciaron el fin del colonialismo y, por supuesto, de este enclave feudal en el departamento de Santa Cruz.

*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino

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