De Pititas y Laramas

¿Qué pasó hermano David? ¿Es verdad que te retractaste de tu potente afirmación que debemos ser rebeldes, que debemos resistir a ser disciplinados, a superar los conceptos de desarrollo y el modo de vida impuesto por el sistema capitalista? Yo no creo.

Existe mucha presión para obrar en el marco de lo “correctamente político” respetando una democracia que imposibilita los cambios profundos que necesita Bolivia. Es posible que dentro del MAS existan estas corrientes conservadoras, es el riesgo natural de un “movimiento”.

Como señalaste en tu exposición, somos producto de la educación que recibimos, tanto del sistema educativo estatal, como de nuestro entorno, donde se incluye a la familia y la sociedad; para nadie es desconocido que en Bolivia existe una parte de la población que es heredera de los viejos encomenderos y que sus descendientes han impuesto esa mirada racista que nos llegó de Europa.

Hoy cualquier razonamiento que no se encuentre enmarcado en esa matriz de pensamiento (occidental) es tachada de “ignorante, salvaje” o el adjetivo más prosaico: “son huevadas”, esa es la mentalidad colonial que impregna a grandes capas de la llamada clase media, que incluye a muchos quechuas, aymaras y guaraníes, que han sido atrapados con el discurso de la “modernidad” y deslumbrados con las posibilidades de acumulación capitalista.

El actual Ministro de Educación, por ejemplo, siendo aymara no puede pensar en la “comunidad educativa” como posibilidad de superar las clases presenciales, donde el conocimiento se desarrolla de manera colectiva y en complementariedad, superando las limitaciones, por ejemplo de las computadoras; que entre otras cosas debería ya tener gran parte del sistema educativo, o distribuir a quienes no lo tienen, continuando con una de las mejores políticas del anterior gobierno.

La primera medida debería ser un levantamiento de información acerca de la infraestructura existente, en que pueblos rurales se pueden activar núcleos virtuales. No vamos a desarrollar aquí el plan en detalle. Nuestro intento es demostrar que un aymara, no piensa como aymara, está pensando en clave urbana, la comunidad le suena a cosa del pasado, a “salvaje”, como lo sostiene la gobernante de facto. Esa es la mentalidad colonizada.

No solamente debemos mantener la rebeldía, sino expresarla de manera franca y abierta, como lo están haciendo los pobladores de la Zona Sur de Cochabamba, cuyo reclamo es nada menos que ¡Seguir con vida! Es una confrontación entre la cultura de la muerte que sólo atina a intimidar, mediante un Ministro, emisario del apocalipsis y la vitalidad del pueblo que pide vida. No existe nada más legítimo que la lucha por el pan. Eso no es subversión, no es desestabilización.

Un gobierno de transición no puede ser desestabilizado, porque tiene plazos para cumplir su mandato. Lo que vemos claramente es que el gobierno pretende quebrar el orden constitucional y mantenerse, por la fuerza, en el gobierno.

La convocatoria a elecciones, lo saben bien, es la fecha donde expira el mal gobierno y la rapiña; por eso pretenden postergarla de manera indefinida. Por ello, el Tribunal Supremo Electoral, debe dar certidumbre al país, está obligado a fijar fecha de elecciones; de lo contrario demostrará sumisión al prorrogismo inconstitucional que se encuentra en marcha.

Las elecciones, en consecuencia, son el momento donde la democracia no solamente es el voto, sino la expresión de la rebeldía descolonizadora.

*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino

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