Enero ha sido un mes de sentidas partidas, de enormes vacíos que nos dejan entrañables luchadores sociales que marcaron su impronta en la vida del país. Llorar sus ausencias no tiene sentido –salvo el de la catarsis personal–, mas sí recuperar de ellos lo mejor que nos dieron. De las muchas que nos afligen todavía, hay cuatro en particular que me han causado enorme impacto.
Osvaldo Chato Peredo deja en orfandad a numerosas organizaciones masistas del oriente del país, a las que se ligó para dar batalla desde adentro, a las infiltraciones de derecha que, curiosamente y con su ausencia, alzan nuevamente cabeza para hacerse del instrumento político del pueblo, con fines inconfesables. Combatió denodadamente la desviación de derecha que hacía suponer la necesidad de desarrollar un capitalismo andino previo al socialismo comunitario, expresada pragmáticamente en diversas concesiones a la derecha. Hoy, retumban esos tambores con más fuerza que nunca, nublando el horizonte revolucionario.
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